sábado, 27 de diciembre de 2014

Bajo tu muérdago 1


Media tarde era cuando Mamen salió al porche principal de la vieja casona. Amaba el sonido de sus botas al pisar la madera, provocando un crujido que se le antojaba armonioso. Mirando a la lejanía, se apoyó en un de las gruesas vigas. Solo en un sitio como ese, siendo el último día del año podía esperar ver el mejor de los atardeceres y puede, que la más espectacular noche de fin de año. En su antigua ciudad, ni siquiera recordaba haber mirado el cielo para otra cosa que no fueran los espectaculares fuegos artificiales. Ahí, pérdida en la montaña podía disfrutar de una mezcla distinta y mucho más especial. La de la naturaleza con una luna saliendo a media tarde y los fuegos artificiales de mano del hombre,  a las doce de la noche. 
Estaba claro que no era la única que elegía ésta opción. Su casa rural-refugio, con el  cartel colgado de completo era una muestra de que cada vez, más gente optaba por despedir el año de manera diferente. A quien no podría gustarle compartir una noche así, departiendo frente a una enorme chimenea con esa sensación especial que da saberse alejado de bullicios y saturaciones. Por suerte para su negocio, así era. 
- Uhm- el frío propio de un 31 de diciembre le hizo abrazarse. Lo suyo sería volver dentro y hacer las últimas comprobaciones. Que en el salón todo estuviese preparado, las mesas dispuestas, las bolsas de cotillones preparadas, la bebida y que en cocina, el grueso del menú a dar a sus comensales ya estuviese prácticamente listo. Pero no lo hizo, se limitó a aguntar el frío con la vista fija en la gran cancela que daba entrada al jardín y a la casona. Si sus cuentas no le fallaban, debía estar por llegar. Los últimos cuatro días la mujer que ocupaba la habitación número 3 había regresado a esas mismas horas. A saber que camino habría tomado hoy o que ruta habría hecho. No podía definirla como una mujer extraña, no teniendo una casa rural por donde pasaban todo tipo de personas. Desde familias que acudían a pasar un fin de semana en la naturaleza, hasta viajeros solitarios que después resultaban ser los más sociales. Extraña no, uraña tampoco. De hecho en los días que llevaba alojada había hecho alguna amistad con otros clientes- Uhm- su empeño en catalogarla, le hizo arrugar los labios pensativa. Nada de extraña, tampoco uraña ni antipática, salvo con ella. Desde que llegase y a pesar, de saberse sobradamente simpática para mostrarse como la más gentil de las caseras, no había llegado a conectar con esa mujer. Sería la manía de esa mujer de contestar con monosílabos o peor, rechazar sus propuestas recreativas con una mala folla demasiado manifiesta- Bue- dijo en voz alta negando con la cabeza. Tenía mil cosas por hacer y ahí estaba, padando frío por verla aparecer sabiendo de antemano lo que pasaría. La mujer llegaría, le daría las buenas tardes, se interesaría por como había sido su día y su contestación sería- Si, no...bueno- imitandola se echó a reír. Que difícil debería ser venderle algo a una mujer así y que falso no sería aceptar, que ese halo entre estúpido y creído, era lo que más le atraía de ella. Eso, y que estaba buenísima, que edad para camuflar realidades no tenía. Si todavía fumase, sería el momento perfecto para echarse un cigarro, empleandolo como ultimátum para sí misma. Me lo fumo y si no ha llegado me voy. Por suerte para su salud Mirta, su cocinera, no había salido a fumar con lo cual no había cigarro y...la gran cancela se abría justo en ese momento- No está buena, está buenísima- se dijo aguantando la risa que sus propias palabras le provocaban. Hoy traía un caminar cansado, prácticamente arrastraba las botas y pareciera que la mochila que llevaba a un hombro le pesaba un quintal. Viéndola  llegar con el gorro de su chaqueta puesto y bufanda tubular, se mordió los labios, deseando que llegase a su altura. Ella también la había visto, eso estaba claro y tenía un puntito muy guapo, que caminase hacia la casona manteniéndole la mirada- Buenas tardes, ésta más especial por ser la última del año- la saludó antes de que comenzase a subir los escalones y no mejoró sus expectativas de que la saludase alegre y enseguida. Callada, tuvo que esperar que ascendiera los escalones y que bueno fue, poder verle los ojos de frente. Grandes y almendrados, que con la luz del día cayendo se le veían mucho más oscuros y profundos. Vale, que parada a su lado nada dijera, empezaba a ser desconcertante- No me diga, que no le gusta una noche como la que nos espera.
- Supongo que debería contestar que me encanta, repetir la gilipollez de cada año por pura tradición- le contestó la mujer buscando el mismo punto de visión que Mamen. La lejanía y sus maravillosos colores en el atardecer.
- Wau- pensó Mamen impactada, no por lo que había dicho y si, por haber conseguido una contestación amplia- Tradición puede ser celebrar algo como nochebuena, fin de año es simplemente ...fin de año- le debatió sonriendose. Su huésped , por cómo se giró a mirarla, no estaba acostumbrada a que le llevaran la contraria.
- Aja...y hay que divertirse porque así está mandado y aguantar toda la noche despierta solo para poder decir mañana que cumpliste con un fin de año espectacular, sea verdad o no- pareció ofenderse por lo dicho por Mamen o quizás fuera por la misma noche a celebrar. Pues otro puntito guapo resultaba para Mamen, verla perder su mutismo habitual para con ella. Aunque, no por eso iba a dejarse convencer.
- Ehm, también es una noche donde divertirte de una manera real, con amigos o con recién conocidos, sin tiempos ni normas establecidas- le volvió a contestar Mamen, siendo ella la que dejó de mirarla. La mujer se había bajado la bufanda y era demasiado sexy ver como su incomprensión marcaba dos hoyuelos de morder en sus mejillas.
- Sin duda...y acabarla haciendo el amor con alguien increíble, que te vuelva del revés...- la sorprendió la mujer girando los pies dispuesta a marcharse- El cava ya se tiene, sólo hay que cambiar las fresas por uvas.
- ¿Es tradición hacer el amor en fin de año?- sin querer que se marchase, tiró de picardía esperando que esa mujer hiciese algo que le diera más luz a esa noche. Jugar con fuego, un verdadero placer para quien no tiene nada que temer, como era su caso. Su pregunta, detuvo los pasos de la mujer y ella saboreó a muerte, haberla noqueado- Piensa cariño, piensa como contestarme- pensó sin variar su postura y fue una auténtica gozada sentir sus pasos de vuelta. 
- Creo que no, pero besar a la chica debajo del muérdago si.



3 comentarios:

  1. Bieeeeen historia nueva, pinta bien.
    Felices fiestas
    Saludos
    Jamaiquera

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  2. Pero harán algo antes de besarse en la noche de fín de año, no?....por qué nos dejas así??

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  3. ..... Escritora...que gusto llegar y encontrar....que ''tus mujeres gemolares''' no descansan...que allá donde van...arrasan...como lo hacen tus letras...perfectamente bordadas y sin descanso para seguir regalando bonitos '' momentos'''...Apasionadas son...apasionadas....siguen...bajo ese muérdago y derritiendo la mismisima nieve....en esa noche...que se avecina ya ¡¡¡seguro¡¡ calentita...miradas encendidas que llegan....con la promesa quizás de caricias...de besos ...Porque todo...todo puede pasar....cuando llegan ''tus mujeres''' todo...

    ......GRACIAS......por ¡¡tanto¡¡¡

    Celeste-Negro.

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