112- Emergencias 16

- Venga ya esta.. Ya dormiste suficiente .. Una Doc hiperactiva, no puede estar perdiendo el tiempo durmiendo...Son las 9.26...Mi beso...¿por favor?- seis mensajes de WA enviados a Marina prácticamente recién levantada en un sábado, donde tirando de optimismo, el sonido de la máquina de oxígeno de su madre, le auguraba un nuevo desayuno con ella y con su hermana pequeña.

Quebrada la esperanza por el desahucio de una vida, para seguir adelante y vivir los últimos meses o días juntos a ella, a Ines solo le quedaba eso. Agarrarse a cada rato que aún podían compartir y tratar de exprimirlo al máximo.

Los mensajes más hiperactivos que la propia Marina, los escribió tras asegurarse que su madre y hermana dormían. Con sólo una camiseta, autómata camino hasta la cocina, buscando con desesperación el primer café de su día. Preparándoselo, vio los dulces traídos la noche anterior por Encarni y oliéndolos, el mismo estómago le gritó chocolate. Siendo la única despierta, estuvo tentada de pedírselo a su perra, pero antes debía encontrarla. Las marcas de barro en el suelo caminito a la trampilla de la puerta, más algún que otro ladrido, le indico que su perra estaba ocupada persiguiendo gatos de manera obsesiva. Como venía pasándole en los últimos tiempos, su opción humana preferida fue Marina. Por ella y sus ansias de chocolate, volvió a coger el móvil y sonrió absolutamente boba, cuando se percató que Marina ya había contestado a sus mensajes: Primero buenos días, después...no sólo estoy despierta sino que ya estoy en la calle, y por último...ah pues no, no hay último.

- Agh... - lo arisca que solía ser Marina, le hacía lanzar una especie de gemido. A más arisca, más le gustaba. Pero su estómago seguía clamando chocolate para un delicioso bizcocho de almendra, con azuquita tostada por encima, al que sin duda uniría unos sobaos caseros de morirse cuando empapados en chocolate, se derritieran en su boca. Por eso, escribió rápido: SOS... Quiero hacer chocolate...y lo tengo todo Mami- en su usual tono gamberro ella misma se partía de risa al recordar la canción y como ella lo recordaba a Marina la hacia partícipe con otro mensaje más: Tengo fly, tengo party, tengo pura sabrosura- envío su currada guasa mientras se maldecía. Ahora tendría todo el día la cancioncita en su cabeza. De hecho cantándola y creyendo que la bailaba bien, cayó en la cuenta que entre que Marina le dijera como hacer el chocolate y que ella consiguiera hacerlo rico, podría pasar un tiempo largo, mejor ser precavida y prepararse entre tanto un buen tazón de leche con galletas. La taza mayor del reino de las tazas, fue la elegida sobre la que volcó medio litro de leche. Normal, cuando vio la cantidad de leche empleada, decidió que no podría acompañarla con sólo cuatro galletas. En ese mar blanco, cogían por lo menos seis y seis hecho, bien troceaditas para que empaparan antes la  leche. Viéndolas navegar, la boca se le hizo agua y si no fuera, porque Marina había contestado, una rosquilla habría hecho compañía como naufraga a esas galletas.

Y como le venía ocurriendo en los mismo últimos tiempos, cogió el móvil con una risita de lo más tonta e infantil, a ver por donde le salia ahora Marina. Así leyó: ¿Lo tienes todo?

- Agh...- segundo gemido que Marina provocaba con sólo tres palabras. Si para ella Marina escribir sensual, poder escucharla decir algo así, le hacía apretar los muslos de solo imaginarlo. Pero había contestar rápido, la cuchara metida en su taza no se quedaba sujeta por la pasta lograda entre galletas y leche. Venían faltandole más galletas, así escribió: Para ti lo tengo todo, nena- enviándolo rápido. Dos galletas más, necesitaban ser hundidas en un tazón de leche. Éstas no pudo romperlas a gusto, debió darse prisa, Marina estaba contestando tan rápido como ella le escribía. Ahora leyó: Chocolate no...ups.

- Agh...- tercer gemido que Marina conseguía, otra vez con sólo tres palabras. Pena de galletas y pena de chocolate, su perra ladrando como si no hubiese mañana y ella como buena perra le estuviese avisando, necesito de su atención. Con anhelo se despidió del tazón al que, lo mismo, le haría falta una galleta más y por igual de Marina: En cuanto me digas como hacerlo, también lo tendré...pedazo listilla.

Nada más enviarlo dejo el móvil para  salir a la calle en busca de su perra, no leyendo el mensaje que Marina volvía escribirle: Te lo digo por voz, estoy de compras en el Centro Atalaya y hay una lesbiana, aquí mismo.

No lo leyó Inés pero si lo hizo su hermana pequeña, Karla. Llego siguiendo los pasos de su hermana mayor, en camiseta, pelos de Leona y con bostezos que robaban el aire en cien metros a la redonda. Dos únicas cosas llamaron su atención. El tazón con mezcla de galletas y leche, y el móvil de su hermana. A ese tazón le faltaba consistencia. No en vano, la cuchara no se quedaba sujeta por una pasta homogénea. Mejor cambiarlo a un bol y echarle galletas a discreción. Así lo hizo, y esperando que empaparan, se subió a la encimera con el móvil de su hermana en las manos. El mejor de los entretenimientos. Nada más entrar en el chat de Inés con Marina estalló en risas. Marina hablaba de la lesbiana como si fuese un extraterrestre. Mirando de reojo la puerta, se mordió los labios traviesa. No era la primera vez, que ella mensajeaba a Marina, haciéndose pasar por Inés, como no era la primera vez que se cagaba en todo, al ver el perfil incambiable de Marina. Una  espectacular foto de la plaza de Pedraza en la noche de las velas.

- ¿Pero de que te escondes tanto?- se preguntó cansada de no verle el rostro a Marina. Bueno, si a su hermana no le importaba no conocerla físicamente a ella debería darle igual, por mucho que le causara cierto resquemor. Con tanta espera, el bol de galletas se había quedado demasiado espeso. Necesitaba una poquita de leche más, para estar perfecto. Antes de rellenarlo, escribió a Marina: Foto de la lesbiana...yo te digo si es o no- envío, aumentó la leche del bol, y volvió a su asiento y al chat. Donde cómo contestación de Marina leyó: Claro...de lo más normal ir haciéndole fotos a la gente. Me mira, te digo que me esta mirando- terminó de leer Karla y volvió al enfado. Marina debía ser atractiva por narices. Según lo contado por su hermana, Marina estaba saliendo de una relación conflictiva a la par, que mantenía citas con otro tío, según  definición de su hermana: un payaso de cachas. Cualquier tío que rondara a Marina, sería un payaso acompañado de algún insulto más. Olvidándose de lo mucho que le quemaba esa situación, volvió a la lesbiana y a Marina: Buscale la marca. No falla- escribió y dejó el móvil- Te jodes- murmuró saltando de la encimera. El bol vivía a ser una pasta homogénea, esta vez ideal para consumir. Buscando una cuchara sopera estaba, cuando Inés regreso congelada de fuera, sin perra acompañándola. Estaba ocupada, ladrando igual o más, que cuando Inés salió.

- Ayyy...te mueres del frío que hace ahí fuera- dijo corriendo a abrazarse a la calentita de su hermana y ésta la recibió sonriendo. Tan cariñosa como la propia Inés, las dos se mantuvieron abrazadas. Pero como también venia sucediéndoles en los últimos tiempos, las dos quisieron romper el silencio que les traía cómo único sonido, la máquina de oxígeno de su madre.

- Escribí a Marina, es que dice hay una lesbiana cerca de ella- le contó a su hermana Karla poniéndo los ojos en blanco, en tanto Inés arqueaba una ceja. De conciencia limpia y con nada por esconder, a Ines le importaba poco que su hermana trasteara en su móvil y a Marina, por mensajes ya la conocía. Claro que, eso no quitaba para que leyese rápido la conversación dada entre ellas y ahora arquease ambas cejas, antes de indignarse.

- ¿Pero como liga tanto? - se preguntó en alto y su hermana no pudo animarla mucho.

- Chica...es como miel para las moscas. Pilla una cuchara que yo sigo con ella- le dijo su hermana e Inés obedeció. Nada mejor que el apetecible bol de leche y galletas, para contrarrestar el sin sabor que según que  mensajes de Marina le dejaban- Buscale un pequeño montes de Venus tras la oreja- prosiguió diciendo en alto lo que le escribía a Marina e Inés, casi se atragantó con la primera cucharada tomada- Jajaja....- se descojono por su ocurrencia, mientras el rostro de su hermana cambiaba de un color a otro.

- No jolines...que enseguida se me enfada- protestó Inés en cuanto el aire volvió a pasarle libre a los pulmones,al tiempo que recuperaba su móvil y en él, leía la contestación a su hermana de Marina: Ja ja ja.. Eres Karla, ¿verdad?

- Que cabrona...me tiene medida la talla- musitó Karla alucinando con la capacidad de Marina de darse cuenta de quien en verdad le escribía. Más rápida que Inés, decidió aprovechar la ocasión que se les presentaba y de forma sorpresiva abrazó a Inés, arrebatándole el móvil.

- Jejeje... Despertaste cariñosa- disfrutó del abrazo Inés, sin ser consciente que su hermana tomaba una foto del abrazo entre ambas para inmediatamente mandársela a Marina, especificándole que estaban juntas.

- Oh...esto no te lo esperabas- pensó Karla. En la foto, se veía claramente su cara y la espalda de Inés. Marina no mostraba su rostro, pues Inés tampoco pero como anzuelo, se veían los redondos y firmes hombros de su hermana más su ejercitada espalda. Esta vez, como Karla esperaba, Marina tardó más en contestar y lo hizo con: Sois adorables... Paso a deciros como hacer el chocolate.

- Jejeje... Sales guapa abrazándome- la sorprendió Inés mirando la foto, con su ingenuidad propia. Ella dedicándose a ponerle la miel en los labios a la tía que le gustaba a su hermana y ésta fijándose en como ella salía mona en esa foto. Aunque de ingenua a tonta hay un paso, que Inés no había dado aún- ¿Que tramas enviando esto?- le preguntó dejando el móvil. El bol de galletas empezaba a gritarles: comerme cabronas antes de que me haga hormigón.

- Ella no muestra, tu tampoco. Ese es el juego- sentenció Karla cucándole un ojo a su hermana, quien en teoría debía pillar la idea. Viendo que en verdad no la pillaba, decidió distraerla con una buena cucharada de leche y galletas.

- Uhm- gimió enseguida Inés y su hermana se sonrió por dentro. Inés era tan fácil de manejar como una niña pequeña.

Al poco las dos hermanas se olvidaban del móvil y de la conversación con Marina, para dedicarse por completo a su bol. Nada nuevo entre ellas, podían pasar horas sin decirse nada y en ningún momento sentirse excluida la una de la otra. Pero en las circunstancias en las que estaban, dolorosas e incluso agónicas por momentos, les hacían espiarse mutuamente. Inés temía que su hermana pequeña, en apariencia más fuerte que ella, no supiese encauzar el desenlace trágico que se les avecinaba, y a Karla le ocurría lo mismo en sentido contrario. Consideraba a Inés mucho más dependiente de su madre y bastante más frágil que ella.

- El chocolate joder- exclamó Inés, cuando comenzaron a ver el fondo del bol. A ese paso, su madre se despertaría sin chocolate que degustar. Pero no le dio tiempo a coger su móvil y ver si Marina ya le había contestado, Karla fue más rápida- Jajaja ¿que pasa?- se rió al ver la cara sorprendida de su hermana mirando su móvil y los nervios se le agolparon en el estomago. Sea lo que fuese que estaba mirando su hermana era para ella y quería verlo, pero no estaba de suerte Inés, justo en esos momentos la puerta que daba al gran patio interior se abría y por ella aparecía Silvia. Su ex, entrando con su habitual naturalidad y confianza.

- Silvia....que bueno verte, joder- salto de la encimera Karla, llevándose el móvil con ella. No sentía el entusiasmo que mostraba saludando a su ex-cuñada, pero debía reconocer que Silvia le venía genial, para poner a Marina, contra las cuerdas.

- Cuanta efusividad- contestó a su fingido entusiasmo Silvia, interrogando a Inés por el recibimiento que Karla le estaba brindando. Inés solo se encogió de hombros sonriendole. Silvia se veía absolutamente bonita- ¿Galletas con leche?- preguntó al divisar el bol en la mesa soltándose de Karla- Cuanto las echo de menos- dijo caminando a Inés y su bol, y antes de robarle la cuchara bien llena, la beso fuerte en los labios- De siempre has ganado en braguitas.

- Vaya.. Todo un cumplido- rodó los ojos Inés sin intención de detenerlos en el redondo y respingon culo de Silvia. Pero era tan redondo y pronunciado, y venía tan bien acompañado por una cadera marcada y curvosa, que trago saliva antes de babear. Ajena a su mirada un tanto hambrienta, Silvia degusto la cucharada tomada mirando a ambas hermanas.

- ¿Aún duerme?- preguntó rompiendo la tranquilidad de ambas, al tiempo que por quien preguntaba, llegaba con esfuerzos a la cocina.

- No...ya desperté- contestó por sus hijas Carmen, encantada con encontrarlas a las tres ahí, como en los viejos tiempos- Mira con que pintas te reciben estas hijas mías.

- Las quise así de desastres - le contestó Silvia, olvidándose del bol, como hicieron Karla e Inés.

Pronto las cuatro se acomodaron. Silvia llegaba de Londres y fue quien acaparó la conversación, mientras Karla, no olvida el chat con Marina. Sin rastro de mensaje de voz indicando cómo hacer chocolate y si, con una foto de Marina o más bien del escote que le hacía el jersey que se estaba probando. La foto venía acompañada por un escueto mensaje: Me lo compro.

Al leerlo Karla tuvo que retener una carcajada. Marina podía ser muy heterosexual, o más bien, eso podía creer. Pero lo cierto es que a la espalda atlética de su hermana, ella contestaba con un escote a ojos de Karla, escandaloso. Tenia razón Inés, Marina contaba con un pecho de alta talla, totalmente natural. Con el anzuelo mordido por Marina, Karla creyó que era el mejor momento para enrollar la caña y obtener al pececito. Nada mejor que una foto de Silvia, conversando ajena a lo que ella hacia con el móvil, acompañado de un mensaje clarificador: Pufff... Regreso Silvia, su ex.

- Jajajaja- su propia maldad le hizo reír y carraspear, las tres la miraban sin entender- Nada...chorradas mías- les dijo para regresar a Marina- Eso que te pinza el estomago, no es mala digestión....son celos- pensó orgullosa de su jugada y dejó el móvil. Era tiempo de compartir un café en familia, mientras Marina se quedaba sin sangre metida en un probador.