112-Emergencias 13

Que Marina estuviese en el aseo de un local de copas a esas horas, fue mera casualidad. Su día no podía ser catalogado de minimamente agradable para ella. Comenzó cargada de trabajo por el partido político al que prestaba sus servicios en labores realizadas en la "sombra", esos otros políticos de los que nadie sabe, que se afanan en conseguir discursos que lleguen a la gente y en labores y cargos, donde se camuflan hasta que la ejecutiva, decida o no, sacarlos a la luz pública. Saber que coincidiría con Inés en el turno, mejoró su ánimo. Ines y sus ocurrencias, unido a los coloquios abiertos por transmisiones le harían desconectar de la carga de trabajo y de Manuel. El mismo que desde primera hora se había afanado en conseguir verla. Lo intento con rosas, con bonitas palabras que a Marina le resultaban cada vez más manías, y terminó cansándola, cuando de las buenas intenciones paso a los reproches.

- Me vine a Segovia para estar más cerca de ti. Vine tras de ti y lo sabes- este y otros, fueron sus reproches. Reproches que a Marina le daban auténtico ardor de estomago. Nadie le había exigido que fuese tras ella, lo único que le había exigido era lo que desde el principio Manu no tuvo para con ella, sinceridad.

Iniciado el turno en el centro de emergencias, llego su primera desilusión, Inés estaba volando y según supo, sería por largo tiempo. El Agente Manolo, siempre presto a amenizar los largos turnos, fue para Marina un Oasis en pleno desierto, que duró hasta que llegó el aviso, del escalador atrapado en Los siete picos. El mismo Agente que la había entretenido con agradable conversación, fue el encargado de ponerla de los nervios, literalmente.

- Inés por tu padre, que en la gloria este....recuerda la última vez, a mi todavía no se me han bajado los huevos de la garganta, antes de bajar mira bien, fíjate en todo...y si no se puede, no se puede hostias- el genio empleado por el Agente por frecuencia interna con Inés, la sorprendió por las malsonantes palabras, raras en Manolo, pero verlo sentado a su lado mientras las decía, le hizo entender que hablaba más como padre que como compañero- No te quedes callada y dime, que me harás caso.

- Conozco ese macizo, Manolo...Tengo que dejarte, estoy llegando a la zona. No me echéis mucho de menos- fue lo que contestó Inés con una tonalidad distinta a todas las que Marina le había escuchado. Obvio, Maria entendió que la situación le haría concentrarse como a cualquier otro profesional. El plural usado por Inés, fue una chispa ilsuionante- Y dale conversación a la Jefa, que no se nos aburra- la gracia del final de Inés, dejo a Manolo blanco sentado al lado de esa misma Jefa.

- No, a ver...que la locaza ésta suelta por su boca cualquier cosa- se excusó Manolo, mientras Marina se sonreía. Era chistoso ver a todo un hombre mayor apurado- No le he dado yo conversación porque ella me lo haya pedido, aunque si que lo ha hecho- frágil ante una mirada tan pausada y exhaustiva como la de Marina. Manolo confesó, y Marina sintió otro enérgico chispazo- Joder...ahora nos tendrá acojonados hasta que sepamos que la loca no se estrelló intentado lo imposible- volvió a Inés, Manolo y así, entre comentarios negativos continuó lo que duró el rescate, desesperando a Marina. Paso a ser ella la temerosa y la pegada a las transmisiones. Aunque era Manolo quien se adelantaba a los acontecimientos.

- Se la sopla lo que digan los de la Guardia Civil, esta niña es así- fue su queja cuando los miembros de rescate de la guardia civil, pidieron una nueva verificación del terreno antes de que el helicóptero iniciara maniobras.

- Me hago cargo compañeros- se escuchó a Inés, contestar por transmisiones y Marina comenzó a inquietarse de veras, temiendo por la piloto- A doscientos metros de la pared derecha, hay entrante con diámetro suficiente. Puedo bajar planeando y desde abajo variar el rumbo los grados necesarios hasta objetivo.

- ¿Ve?- salto de su silla Manolo, sus peores pronósticos se confirmaban- La conoceré yo y por sus ovarios que lo hace.

E Inés lo hizo, para desconsuelo de Manolo y desesperación de Marina. El éxito logrado por la maniobra sumamente arriesgada de la piloto, corrió por las transmisiones con verdadero júbilo. Sabiéndola a salvo, Manolo fue de los primeros en gritarle un "viva la madre que te parió" al que siguieron unos cuantos más. Así, Marina comprobó la fama de Inés, no sólo en el centro de emergencias de Pedraza, lo era también en los otros dos con los que contaba la provincia de Segovia.

Poco o nada más, pudo escuchar Marina a Inés durante la noche. La evacuación del escalador, la necesaria  burocracia y las consabidas felicitaciones mantendrían ocupada a Inés, supuso Marina. Por eso no se extrañó de no saber más de ella, aunque ver a Manolo al terminar el turno, hablando por teléfono con ella, le supuso cierta envidia. Envidia que no hubiese sentido, si Manolo no le hubiese dicho con quien hablaba al salir a su paso, del Centro.

- Jajaja, la madre que la parió...es Inés, dice que somos unos lloricas..anda ya Inés...Jejeje, si a mi lado camina,  ¿que le diga que?

Marina no quiso escuchó más y no quiso evaluar el porque no. Simplemente adelantó a Manolo, gesticulando un adiós sonriente y se marchó directa a su coche. Cansada por el largo y por momentos, agónico día, no fue directa a casa. Se detuvo en su restaurante preferido para encargar cena para llevar y entrando en él, prácticamente tropezó con su cita funesta de mano de Laura, hacía unos días.

- ¿Marina?- llamaron su atención sin en un primer momento reconocerlo- Hey...que gustazo volver a encontrarte- la sonrisa de Xavier incorporándose de la mesa para saludarla, le gustó. Alto, no tanto para sobresalir, pero lo suficiente para destacar. Su cuerpo era el de hombre que le gusta el deporte al aire libre, dado el color bronce de su piel y la barba de más de tres días cuidada sin querer parecerlo, cejas pobladas, quijada prominente y unos labios que se antojan pequeños para todo lo que su sonrisa torcida augura que puede hacer con ellos.  Adiós a Manuel, al día largo, y a los nervios por una desconocida capaz de arriesgar sin importarle más que su ego, de llegar a donde nadie creía que pudiera llegar. Le apetecía ser mimada y sin más pretensiones que esa, acepto la invitación de Xavier a compartir mesa.

La cena con Xavier resultó de lo más amena e incluso divertida. El coqueteo entre ambos era más que evidente, y el humor de Marina mejoró a cada trago de vino dado entre buena charla y evidente atracción. Sin Xavier saberlo, estaba siendo el artífice del regreso de la Marina más decidida y directa, pérdida durante meses en el enredo de Manuel y sus mentiras. No se cortó lo más mínimo, en disfrutar del brillo deseoso en los ojos de Xavier, ante cada gesto suyo. Sin complejos, dispuso entre ellos el juego más antiguo, la mujer mostrándose al hombre, altiva y sensual, fingida sumisa que en ese papel, conduce al dominante hacia su telaraña. Xavier resultó un excelente jugador. Entraba al juego participaba de el, sin ansias y tranquilo. Mostrando su evidente deseo por Marina, pero sin resultar baboso o desesperado.

Para desgracia de Marina en su papel de mujer fatal, la curiosidad por un mesaje recibido de su madre, le hizo ver a su vez, el correo de Ines. Ya había sido bastante frustrante para ella, comprobar como Ines se dedicaba  a su club de fans sin decirle nada a ella, como para que la tal Encarni, de rostro afable y sumamente cariñoso, le resaltara la omisión de Inés. Subida no sólo en unos altos tacones, respondió nada más leerlo- Se agradece la atención, Encarni. Pero puede decirle a la heroína que no hace falta que me escriba "algo". Ya se por usted que esta bien. Gracias y un saludo- contestó sin caer en que a esas horas, Encarni no sería la que leyese su correo. Nada más enviarlo, regresó su vista a Xavier, su sonrisa clara y a la espera, la contestó con una mínima suya. Xavier no merecía que pagase con él su enfado y con una suave caricia dejada en su mano, Marina se incorporó disculpándose para ir al baño y fue lavándose las manos, cuando escuchó la notificación de un nuevo correo. Prácticamente sin terminar de secarselas, leyó-No quiero decirte algo, quiero decírtelo todo- e instantáneo, le subió desde las mismas entrañas un cabreo monumental. Ines había pasado de ella durante todo el día y ahora aparecía queriendo camelarsela como si fuese cualquier imbécil con falta de atención.

Malhumorada, dejo el móvil con vehemencia en el lavabo, para repasar su maquillaje. Harta de la palabrería de uno y otra, volvió a optar por la opción más fácil y sencilla, Xavier y sus brazos fuertes y seguros. Que en la mañana echase en su bolso un lápiz labial color rojo chanel, no fue más que una premonición. Enfadada, salió del aseo sin contestar a Inés, y caminando por el local, no se perdió detalle de como Xavier la recorría con la mirada, desnudandola. El generoso halago que contenía su mirada, fue justo lo que Marina venia necesitando. Por eso llego a la mesa, se aseguró de que sus butacas estuviesen más próximas, tomo asiento y cruzó las piernas en un movimiento tan sumamente lento, suave y sensual, que el pobre Xavier no pudo más que tragar saliva embelesado.

- Pide otra mientras contesto una cosita de trabajo, ¿uhm?- premeditado y con alevosía, salieron sus palabras cerca,  demasiado quizás de los labios de Xavier. Dispuesta a todo, se permitió alejarse para contemplar a placer, como Xavier volvía a tragar saliva. La masculinidad de su nuez prominente y varonil, fueron puntos ganados en su particular juego. Sin retirarle la vista y en completa seriedad, espero que Xavier se incorporará para acudir a la barra, cumpliendo con sus deseos. Cuando lo vio llegar a la barra, volvió a sacar su móvil del bolso, sin necesidad de pensar en como contestaría a Inés y su "todo" encontra-posición a su "algo". Así, con rapidez escribió: El todo es tan amplio y a la vez tan falto de resolución absoluta, que prefiero que empecemos por lo básico. No imagine que serias una egolatra, capaz de poner en riesgo a todo un equipo de rescate. ¿Es así como limpias tu conciencia? Llenándola de heroicidad, ¿tal vez?- en este punto hizo una pausa. Podía continuar escribiéndole la decepción sentida, pero freno sus intenciones y le dio a enviar, al tiempo que Xavier regresaba a la mesa. La casualidad quiso que en esos momentos la canción que sonaría por meses en cualquier radio y garito hasta el que llegase el verano, sonase. La misma que Inés le había contado a su colega. Riéndose de las causalidades, dejó su móvil y se incorporó, no dejando que Xavier tomase asiento. Ya lo estaba cantando Enrique Iglesias; Yo te miro, se me corta la respiración. Cuando tu me miras se me sube el corazón. Me palpita lento el corazón..

Xavier la siguió guiado por la mano de Marina hasta el centro de la pista. En ella y atraído por el magnetismo de Marina, se soltó de su mano para abrazarla por la espalda. El dulce aroma del cabello de Marina, le impacto de lleno y tuvo que hacer un esfuerzo por no gemir hundiendo la nariz en él. En cambio Marina se quedó fija, prácticamente anclada al suelo. Congelada en la imagen que a su frente se producía. Cuando Xavier fue consciente de su repentina parálisis, busco la mirada de Marina y la siguió. Dos chicas, apenas a unos metros delante de ellos, bailaban con evidente complicidad. Xavier sonrió, las chicas tenían casi la misma postura que ellos, y como la chica de enfrente, cerró su abrazo sobre la cintura de Marina.

- Es bonito- le susurró buscando la oreja de Marina y otra vez su aroma, provocó todas sus ansias. Pero fue nada, para lo que sintió cuando Marina se giró entre sus brazos.

Mientras en su coche, con la compañía de Encarni, Inés leía en el monitor digital, el correo recibido de Marina.

- Pero...¿lo estas leyendo Encarni? ¿Que le he hecho yo a esta mujer?- fue la protesta de Inés, alucinando con la acidez del correo, en tanto Encarni buscaba sus gafas para leer.

- Ay Madre.. Eso digo yo...¿que le has hecho burrica?