martes, 10 de diciembre de 2013

Mi cincuenta cláusulas 62


Minerva no pudo resistir las ganas de llamar Araceli una vez vio la foto de Julia. En el sillón y a piernas encogidas escuchaba a la madre de Julia, sin apartar la vista de su iPad y con el, de la imagen de Julia durmiendo.

- Hoy ha trabajado a base de bien. Esto es lo que ella necesitaba, trabajar cuerpo y mente. Volver a sus orígenes y dejarse de tanta tontería- en confianza Araceli hablaba sin parar. El cariño a Minerva había nacido de una forma instantánea en la primera conversación mantenida con ella. Recordándolo, tapó el móvil para decirle a John- Que es buena niña, sufriendo esta por mi Julia.

- Leli- la llamó Minerva, no aguantándose los ganas.

- Dime, perdona es que está aquí John el loquero de mi niña- verdadera y sincera, lo catalogó y se echó unas risas al ver como el muchacho carraspeaba sorprendido.

- ¿Continúa tratándola?

- Que va, si ni la trataba ni nada. El le puso empeño, pero como hija estaba cerrada no progresó nada. Pero tú tranquila, que de esas cosillas me ocupo yo.

- Leli, yo no me aguanto las ganas. Antes de la semana de moda en Madrid, iré.

- No

- Necesito verla, Leli.

- Que no. Aún no y deja de nombrarme que entre tu y ella, me vais a borrar el nombre.

- Jajaja, me lo pego Julia. Uff, me encanta como pronuncia mi nombre.

- Minerva es un nombre muy bonito y de cochinadas no vayas a hablarme.

- No pretendía. Ay, se le salen los pies de la cama. ¿Seguro duerme bien?

- Bueno, mira con lo que me sale. Mejor te voy a dar las buenas noches y a dormir, que te pones muy blandita.

Las buenas noches entre ambas fueron dadas con John como testigo. Ciertamente era muy agradable sentir el cariño que entre ambas había surgido. Ahora llegaba el momento de hablar seriamente de Julia y sus problemas afectivos. A kilómetros quedaba Minerva abrazando un IPad.

- Esta acaba viniendo, verás- interrumpió sus pensamientos Leli, siempre acaparadora. Acomodada a su lado, palmeo la pierna del doctor mirando hacia la habitación de su hija- No se quedó en lo cómica que está durmiendo mi hija en una cama tan pequeña, se quedó preocupada por su descanso. Eso cielo, es amor. Te agudiza el instinto protector.

- Y puede llegar a sobreprotección, no está bien espiarla.

- Lo hacía a escondidas y fue todo un logro, que me lo mostrara. En Julia los pequeños pasos son un mundo. Ya le pasaba de pequeña. Era incapaz de mostrar el dolor que le suponía el abandono de su padre. Si la pillabas llorando se escondía y llegó a quemar todo aquello que le recordaba a su padre. De Mar ni siquiera supe y en cambio, de Minerva habla.

- ¿Julia Arango habla?- le preguntó John contagiado por el buen humor de la mujer.

- Jajaja, a veces ladra, pero a mi no se atreve.

Ambos rieron en confianza hasta que las fuertes y descalzos pasos de Julia, los hizo mirarla.

- No tengo sueño- a medio dormir y en pantalones cortos y camiseta, Julia se justificaba ante la mirada de su madre.

- Tienes que estar cansada. ¿Que tontería te pasa para no dormir?

Otra vez de testigo, John aprovechó para examinar el comportamiento de Julia. Ante la pregunta de su madre, Julia desvió su mirada. Tantas veces le había hecho lo mismo, que sabía se sobra, cuán evasiva podía ser Julia y que maniobras dialécticas podía llegar a usar.

- No me ocurre más que carezco del sueño suficiente para dormir, Madre.

- Muy bien- se incorporó decidida Araceli. Si Julia la mareaba con tecnicismos ella tenía sus propias tácticas- Te pones el mono y al cuarto-escombros.

John no dejó de prestarles atención. Araceli volvió a sentarse junto a él, claramente molesta y Julia regreso a su habitación de donde salió enfundada en un mono de trabajo.

Sin hacer ningún comentario la vio salir al exterior y en pocos minutos, escucho ruidos como si Julia estuviese lanzando piedras.

- ¿Hace ejercicio? Creí que el fisioterapeuta se lo había prohibido- terminó por decir, al no entender que hacia ahí fuera Julia.

- Volcó sus frustraciones en el gimnasio y- se detuvo Araceli, una vez el ruido cesó. Contó mentalmente y al poco la puerta se abría, regresando Julia- Ahí viene, sush- pidió silencio a John tres zancadas y su hija estaba enfrente de ellos.

- Creo que ahora podré dormir- informó a su madre y los ojos de esta sobre ella, le obligaron a proseguir pese a la presencia de John- Mi cabeza es como un proyector de diapositivas, todo el tiempo me reproduce imágenes de Minerva.

La declaración sincera y un poco extravagante de Julia, provocó una sonrisa en John, sonrisa que fue borrada por la mirada sobre el de la dueña de la declaración.

- No mires así al muchacho- la corrigió su madre, juntando su pierna con la de John. Esa era su obra, una Julia más abierta. Orgullosa de su hija, sonrió enternecida- Si que lo dices bonito- escapándosele lo hablado con Minerva sobre la forma de pronunciar su nombre.

- ¿El que?- preguntó Julia evitando un bostezo.

- Nada, tira para la cama- le mando su madre, dándole otro toque a John. Julia obedecía y antes de hacerlo, volvía a besarla para después besar a un incrédulo John- Jejeje. Dame otro grandullona- tiró de ella y abrazo a su hija, emocionándose. Julia sonrió a John con su madre abrazada en su cuello y de un movimiento la incorporó del sofá, en dos la tenía en brazos- Julia

- Jajaja, esta pequeñaja John, merece todo, ¿no te parece?

- Julia bajame.

Las risas por el volado abrazo y las nuevas despedidas nocturnas, dejaron a Araceli más sentida. John no necesito preguntar, ella sola hablo.

- Creí haber perdido a mi hija, por la mala víbora de Victoria. Minerva sin quererlo, ni planearlo, me la ha devuelto. Da para quererla y mucho.

-  Imagino, pero Leli, ¿que hacia Julia ahí fuera?

Lo que Julia hacia fuera de la casa, pudo comprobarlo John a la mañana siguiente. El cuarto-escombros no era más que el sótano inacabado y lleno de escombros, que Julia con sólo sus manos estaba limpiando.

Volver a los orígenes, trabajar con sus manos y sólo su esfuerzo, retomar contacto afectivo y lo que aún faltaba para John, tratar su animadversión por el sexo masculino y su extrema posesión sobre la pareja.

Como cada semana, Lola su conductora confidente llegó a la casa de Araceli cargada de informes y firmas para Julia. Era otro punto interesante que estudiar.

Julia sólo escuchar el coche, dejó su trabajo para acudir hasta el y abrir la puerta de la conductora. ¿Como sería el saludo? Lola fuera del coche sonreía con verdadero cariño y Julia tomo sus manos, dejando un beso en ellas. Demostrar afectividad, sin duda era una victoria de Araceli. John continuó prestándoles atención, saludo a la recién llegada y con cuidado disimulo, regreso a la mesa donde degustaba un café.

Julia ofreció esa misma mesa a Lola y en ella, Lola comenzó a ponerla al día.

Lo que no sabía John, es que Julia caminando hacia la mesa, había bromeado sobre él.

- Lleva observándome desde ayer, es un grano en el culo- murmuró a Lola, esperando que John no la escuchase.

- Jajaja, sólo trata de ayudarla.

Lola demostró a ojos de John con su profesionalidad, porque Julia la prefería a ella para ponerse al día que a cualquiera de sus secretarías o asesores. Pensando en ello y mientras Julia firmaba los nuevos contratos laborales, no desaprovechó para ahondar en lo que le importaba comenzar a manejar.

- ¿Cuanto personal tienes en tus oficinas?- preguntó teniendo muy claro, cual era su objetivo.

- Media centena- contestó Julia reacia.

- ¿Y sólo mujeres?- indago John, pese a conocer la respuesta.

- Si- volvió a contestar reacia Julia.

- ¿Que pasa con los hombres?- La pregunta clave llegaba, Julia suspiró fuerte y desvío su mirada, pero al contrario que en otras ocasiones contestó.

- No quería tener a ningún hombre como allegado, evitando encariñarme y que después me dejará tirada como hizo mi padre. Una excentricidad más, John. Absurda y de malcriada, algo que con estos contratos estoy cambiando.

- Guau- exclamó gratamente sorprendido John.

- Guau- lo imitó Julia guiñando un ojo a Lola- De lo que si, no conseguiréis que prescinda o cambie, será del lujo.

- Porque tú lo digas- interrumpió su madre, uniéndose a la mesa.

- El vino ni sabe igual- defendió Julia cruzándose de brazos.

- Tonterías

- Jajaja- río de buena gana Lola. Era demasiado tentador hacerlo, viendo a Julia Arango en plena pataleta.

Días separadas para Minerva y Julia. De reconducirse para Julia, con confesiones a Lola incluidas.

- Echar de menos es cuanto menos agobiante, pero tenias razón en algo, en la añoranza conoces más a la otra persona. Hay detalles de Minerva, en los que no me había fijado.

Y días de añoranza para Minerva, salpicados por la siempre molesta Victoria Davo.
 
 
 

4 comentarios:

  1. gemooooooooooooo vc demorou dessa vezzz por favor todo dia um senão eu morro, e que minerva va ve a julia to amandoooooooooooo iso

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  2. oleeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!! que subidon, me encanta como va enlazandose todo grrrrrrrrrrrr quieo mássssssssssssssssssssssssssssssss
    gracias ARTISSTAZAAAAAA

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  3. Julia se busca un psicólogo hombre a pesar de su aversión por el genero masculino,ese inconsciente que quiere revelarse ,je,je
    Es bueno saber que le esta sacando provecho a la distancia física permitiéndose ver detalles de Minerva que no supo observar
    Gracias y mas gracias por la historia
    Saja

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  4. ......GRACIAS.....................
    Escritora me puse al día ...por fin..

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