Con
rabia camino la niña directa a las cuadras. Tantas veces maldecia
por su boca esa mujer, y esa mujer era la suya. Engañada y
traicionada, así se sentía la niña y así se sentían sus
enérgicos pasos.
Carmela,
la moza más viva, vio su caminar y como mujer gallarda que es,
aprovechó el envite, para dejar la aburrida candela e ir a por la
niña de igual nombre.
A
lo lejos, María Eugenia, encogía por dentro. En ninguna de las
maneras que había imaginado confesándole la verdad a Candela, se
había dado como en la realidad. Rodeada de su gente y sin poder
echar a correr detrás de ella, para hacerse entender.
Buscando
consuelo, miró hacia su casona y la sombra de su hermana en la
ventana, le dieron fuerzas. Mucha era la gente que había esta noche
en su Cortijo y bien podía ausentarse con cualquier excusa. Cuando
sus ojos negros, volvieron a buscar a Candela, la niña entraba en
las caballerías seguida de la alegre moza.
Un
puñal, con letras de celos grabado en su puño, atravesó a María
Eugenia, que con el atravesándola, no necesito de excusas.
De
Candela eran sus risas, de Candela sus suspiros y de Candela eran los
celos, que le hacían oscurecer su ya oscura mirada y caminar,
siguiendo los pasos de su Candela y de la moza.
Dentro
de las cuadras, Candela buscó el caballo de María Eugenia de
Pavillas y en su pardo lomo, apoyo la frente queriendo callar el
llanto.
¿Cuanto
se habría reído la dueña de ella? No había habido mañana que no
le contará sus planes de llevársela lejos de la dueña el Cortijo,
y era ella, la mujer sobre la que dormía su cansancio tras amarla,
la misma dueña del Cortijo.
-
El querer nació pa hacernos más felices, no pa andar escondiéndose
y pasando penas- hablo Carmela rostro alzado. Esa niña, que como
niña lloraba resguardada en un caballo, no merecía a sus ojos, la
ocultación que de ella hacia María Eugenia- Nos habremos
modernizado y muchas cosas han cambiado. Pero para los dueños,
seguimos siendo un juguete con el que entretenerse. Tú María
Eugenia juega contigo, como lo hacía con el capataz y lo hará con
más, hasta que decida dejar su viudez y casarse pa bien. Entonces,
ya no habrá criados, ni niñas toreros que calienten sus sábanas.
Ni una lagrima más tuya, merece esa mujer- con artes, supo acercarse
a Candela, y acariciar su corto cabello. Descuajaita Candela dejó
que consolara su pena y de su pelo se dejó tirar, para acabar
encerrada entre los brazos de la moza.
-
Tenía tantos sueños que cumplir junto a ella- dijo la niña,
agarraita a la moza, que olvidaba sus intenciones con la niña que
abrazaba, buscando ahora sólo consolarla.
Consuelo
que no vieron los ojos de María Eugenia. Ay los celos que nos
engañan y nublan, jugando con nosotros. Quieta y callada, María
Eugenia se quedo mirándolas, esperando que fuesen ellas las que se
percataran de su presencia.
Y
fue Candela, al abrir los ojos, la que tropezó con unas femeninas
botas y unas faldas acabadas en volantes. Con cierto temor subió su
vista por el cuerpo que vestía esas ropas y separándose de Carmela,
llegó a los ojos encendidos en rabia de María Eugenia, su serrana.
-
Carmela, vuelve fuera con los tuyos- exigió María Eugenia,
necesitando quedarse a solas con Candela. De lo que esa moza contase
en las lumbres, ya habría tiempo de ocuparse. Ahora primaba beberse
las lágrimas de Candela, que dolían como cristales arañando sus
entrañas.
-
Como usted ordene- contestó la moza, agarrando con primor el rostro
de Candela entre sus manos para susurrarle sin importarle la
presencia de María Eugenia- Te espero fuera, niña. Que la noche no
hizo más que empezar y un baile aún te debo.
A
conciencia o no, beso la comisura de los labios de Candela y los ojos
de María Eugenia se entrecerraron, prisioneros de los celos. Candela
se dejó besar, con los ojitos clavados en María Eugenia y cuando la
moza, paso a la vera de la dueña, Candela volvió a buscar refugio
en el lomo del caballo.
-
Na quiero saber de usted- con el corazón compitiendo en fuertes
latidos, con los del galante caballo, hablo Candela, rogando por
dentro que María Eugenia, le diese a su corazón el consuelo que la
moza no había logrado.
María
Eugenia calló y suspiro queriendo quitarse de encima los celos. Pero
el beso no había hecho más que retorcer en su pecho el puñal
clavado. Enloquecida por ellos, dio los pasos que la separaban de
Candela y a su espalda, la cogió fuerte de su corto cabello.
-
Si te he mentido ha sido para resguardarte de todo mal. Porque ni el
aire frío quiero que te toque, ¿y a cambio que haces tú?
-
Serranita- murmuró Candela, con la carita mojada de necesidad. No
dolía el agarre de María Eugenia, dolía su engaño.
Las
lágrimas de su Candela, bloquearon el puñal de celos. La mano que
firme tomaba su cabello, cesó en su agarre para acariciarle la
cabeza con ansia. Ansia que la hizo volver a tirar del pelo, para
apartarla del caballo y abrazarla fuerte contra ella.
-
Candela de mis entrañas, no me llores más- suplicó María Eugenia,
odiándose por ser el motivo de su llanto y apretándola contra ella,
se olvidó de toros, cortijos e hierros- Eres sólo una niña y
yo...- tembló su voz emocionada. Que daría por ser otra, quizá más
joven, quizá menos María Eugenia y más moza sin capilla. Candela
sintió su temblar y vio sus ojos llenándose de lágrimas. Las cosas
del corazón, ya no era su dolor sino el de ella y resurgió para su
serrana, queriendo borrar su pena.
-
Y usted es mi mujer, y aunque ha habido engaño, yo más no la puedo
querer.
-
Candela.
-
Su Candela, la Niña los Picos, que ahora si tendrá picador.
Y
el profundo querer que se abre paso entre ellas, en forma de beso,
olvidando hablar para sentir.
Pena
que no están solas, pena que fuera el Cortijo vibra entre hogueras,
bailes y malas lenguas.
Que
el amor de la pena, se distancia poco, cuando hay quieren infiernos
gusta de sembrar.
Hay amores que te dan la vida..y te la quitan a la vez...y estas dos mujeres
ResponderEliminarestan en el filo de los dos....todo puede pasar..todo puede suceder..pero
yo veo tragedia..tragedia por donde miro...demasiadas cosas las separan
solo el amor y la pasion las une...
Quisiera que todo acabara bien pero yo veo una tragedia...una tragedia como en las tragedias griegas..que esta todo prederteminado y el destino siempre se cumple....
Me gusta muchisimo...siempre me gustaron los amores intensos y dramaticos...esos que aunque tu no quieras y te rebeles...acabas sucumbiendo sin remedio...veremos..
Me encanta Gemo...Divina-Wilson