Wilson S.L. 112

Tarde fresquita, después de estar casi todo el día en la cama, con la mujer que sentada a su lado en una céntrica terraza de cafetería, le hablaba sin que ella pudiera prestarle atención.

Mr: Anna me confirmó, que continúa teniendo alquilada la casa en la costa azul. Después de que nos visite Montoya, podríamos adelantarnos a ellas e irnos a pasar allí unos días. Me apetece estar en la playa contigo.

Costa Azul, playa, días. Palabras sueltas era lo que Estefa escuchaba. Salieron de la vieja casona de sus padres y dos chicos Wilson SL las siguieron. Los mismos que seguían en un coche aparcados a metros atrás suya. Fácil verlos a través del servilletero. Uno más las había saludado entrando a la Cafetería y en los pisos de enfrente había podido ver a dos más. ¿Que demonios estaba pasando?

Consultó su móvil, esperando encontrar alguna llamada de los gemelos, de Maca o incluso Anna. Pero no había ninguna llamada.

Mr: Después me dices que apenas hablo y cuando lo hago- se quejó Martha cogiéndole de la mano. Estefa estaba como ausente y era muy extraño, cuando justo le estaba hablando de una escapada para ellas solas- Estefa- terminó por llamarla, impacientándose.

Es: Jejeje, lo siento. Estaba....eh, ¿hablaste hoy con Maca?

Mr: No, dijimos que desconexión absoluta de Wilson los días libres.

Es: Claro, no si era sólo por...nada, no me hagas caso. Es que tengo una sensación rara desde que salimos.

Mr: Ujum, con lo que me ha costado que saliésemos.

Es: Con lo a gustito que estábamos sin salir.

Mr: Eres un bicho.

Se dejo besar por Martha sonriendo como si nada ocurriese. Sea lo que fuese, los nervios comenzaron a atenazarla, cuando distinguió al final de la calle el coche que normalmente usaba Faus.

Una corrala. Los chicos estaban ejecutando una perfecta corrala. Muchas veces ensayada y otras tantas puesta en marcha. Ellas dos eran el centro, las dos personas a las que atacar o liberar.

Nerviosa, volvió a besar a Martha, exageradamente, tanto como para permitirle montar su arma, sin que Martha lo notase.

Fuese lo que fuera, no le iba a coger desprevenida.

Es: Así que a la playita. ¿Que me quieres hacer tu en la playita?

Mr: No se, puede que colarte en lonjas en vez de en jardines ajenos, ¿Uhm?

Retomaba así la conversación con Martha mientras su cabeza no paraba de dar vueltas. De una u otra forma, debía sacar a Martha de esa calle.

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Vueltas daba Estefa y vueltas le daba Maca. Sentada en su gran jeep, prestaba atención a todo lo que sus chicos iban transmitiendo, sin poder dejar de girar su sello.

Dos de las personas más importantes de su vida estaban en esa calle. Las presas de un loco desquiciado, que esperaba sentado como ella en otro coche.

To: Cagó en su puta madre. Ha elegido el sitio perfecto. Es imposible volarle la cabeza sin que nadie se entere.

M: No es ningún novato. Pero las ha visto besarse, debe estar ladrando por dentro. Por fin la encuentra y ella está con una mujer. A saber, en que estará pensando pero una cosa está clara, perderá el control. Sólo hay que esperar a que ocurra.

Fácil es dar directrices a Toncho, acostumbrada a ello, todo parece normal. Pero son Martha y Estefa. A Martha le debe no haber caído en una espiral de drogas y putas, de la que no hubiese salido y Estefa, Estefa es la hermana pequeña que nunca tuvo y sería incapaz de regresar a casa sin ella sana y salva, Anna no se lo perdonaría.

Fa: Nos ha visto, la pequeñaja lo sabe Joder. Su puta curiosidad.

La voz de Faus alertó a ambos y pronto las voces de los chicos por transmisiones se sucedieron.

- Estefa se ha levantado.

- Abandonan la cafetería.

- El tipo ha arrancado el coche.

Fa: Estefa, no vayas de frente Joder.

To: ¿Arranco?

M: Si.

Fa: Maca la calle está llena de gente.

M: Joder Faus, lo estoy viendo, deja de gritar como una histérica. El resto, que a nadie se le ocurra disparar sino esta seguro.

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Nada segura estaba Estefa, Martha como siempre busco el bolsillo trasero de su jean para caminar agarradas. Los chicos de las ventanas sacaron sus rifles, el de la cafetería salió a la terraza y el coche de Faus, comenzó a acercarse. Sin la menor idea, ahora si, que ni cortas palabras escuchaba de Martha.

Mr: Cariño estas como fría y sudando, ¿que te pasa?

Estefa no contestó ni siquiera podía escucharla. Su vista estaba clavada en Faus y su coche acercándose, pero fue otro coche el que se cruzó en su camino, cortando el paso de ambas.

Es: ¿Quién cojones te crees que eres?- preguntó ocultando a una rígida Martha en su espalda. Y tembló como nunca, cuando el tipo al volante, salió del coche apuntándola con una pistola.

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M: Estefa.