viernes, 20 de septiembre de 2013

Mi cincuenta cláusulas 35



La impresión por la fuerte arrancada de Julia, duro minutos. Los que tardó Minerva a adaptarse a la frenética forma de conducir de Julia. Menos mal que en Madrid, Julia usaba conductor. Con esa forma de conducir, su carnet llevaría años retirado.

Cuando su cuerpo se acostumbro a la tensión, ya fuera del aeropuerto, Minerva gastó sus energías en adelantarse a Julia, y saber de antemano a donde iban con tanta prisa. Sonrisa irónica, no era prisa. Al mirar a Julia, lo confirmó. Conducía relajada y con una sonrisa que empezaba a tener nombre, el de la Julia juguetona, quizá la Julia más libre.

Conocía la Isla al dedillo, muchos veranos pasados en ella, su padre es un enamorado de Baleares y sus secretos lugares.

- Es muy de noche, señora Arango. Sólo veremos luces desde ahí arriba- el tratamiento de usted, ya era un juego al que recurrir cuando la tensión entre ambas parecía irrompible. Difícil, le resultaba a Minerva estar enfadada o molesta con esa mujer. Menos cuando la ve sonreír como ese instante lo hacía. Toda una poderosa mujer, sonriendo como el niño al que le prohíben el chocolate y el come onzas a escondidas.

- Luces sobre la bahía, señorita Minerva. ¿Le parece poco?- dijo Julia reduciendo la velocidad. Las cerradas curvas, permitían disfrutar de esas luces en forma intermitente. La Bahía y la sierra, jugaban al escondite con ellas.

- Uhm...¿Por qué usted es señora y yo señorita?

- ¿Por qué es tan preguntona?

- ¿Y usted por qué es tan callada?

- Oh...tantas preguntas sin respuesta.

- Jajaja- ríe Minerva entusiasmada. Esta en un furioso deportivo, con Julia y su ácido humor en Menorca. Sólo dos cosas, enturbian el momento. Que no sólo está en Menorca por ocio sino por trabajo y una odiosa secretaria- Me llevas a cenar.

- Si, disfrutaremos del mejor marisco de la zona, después iremos a mi casa y...

- ¿Y?

- Tendré horas, para que seas mía.

- Señora Arango, me habló más que nunca.

- Aja, no soy buena eso. Por eso John.

- ¿Alguna bruja a la que odiaré sin dudar?

- Uhm...demasiado novelero. Es más simple que un corazón roto por una doma malvada.

- ¿No? ¡No me lo puedo creer!

- Jajaja, ¿que?

- ¿Has leído el libro?

- Sólo la sinopsis. No hubo doma en mi vida, ni tampoco sumisa.

Minerva podía haber ahondando más, Julia parecía más conversadora que nunca, pero las vistas, su sonrisa, la música y el ambiente relajado creado entre ambas, propiciaron no querer romperlo por nada.

El restaurante al que finalmente llegaron, como no, era de los más exclusivos de la Isla. Su envidiable situación, su excelente servicio y sobre todo, su discreción, fueron determinantes para que Julia lo eligiese.

Minerva comprobó como ya ocurriese en Girona, que Julia en ese tipo de ambiente, era muy conocida. Las pocas personas que se encontraban cenando, fijaron su atención en ella. Obvio, a continuación llegaron las murmuraciones y mirarla a ella, después, otro tipo de miradas que hicieron ver a Minerva, que el latigazo de celos sentido por Verónica, no sería el único.

Debía reconocer, que Julia llamaría la atención en cualquier lugar. Su altura, su cuidado cuerpo, sus esmerados gestos, su extremada educación y sus impresionantes ojos. Julia era para mirarla y eso hacían las tres mujeres que cenaban a unos metros de ellas.

- La utilización del verbo cenar, implica su ejecución, Minerva- dijo Julia, sacándola de sus pensamientos. Minerva dejó de mirar la mesa de las observadoras, para topar con los grises ojos de Julia. Los mismos, que le señalaban su plato sin tocar.

Tratamiento de usted y a cada frase o cosa dicha, su nombre al final. Era hora, de conocer de dónde venía tanto hincapié en el tratamiento personalizado.

- Siempre me nombras, Julia- la imitó Minerva, tratando de ahorrarse una larga explicación.

- Me gusta tu nombre- pausa de Julia sonriendo, los ojos de Minerva rodando chistosos, son muy bonitos- y...digamos que tengo que hacerlo. Ahora come.

- ¿No era cenar?- preguntó Minerva buscando un poco de juego. Los ojos ahora sorprendidos de Julia, le hicieron mojarse el labio, disfrutando de la pequeña victoria. Y cuando Minerva se moja el labio, Julia responde, atrapandolo entre los suyos- Julia-murmuró cuando Julia aflojo el beso. Daba igual el restaurante, daba igual la mesa con tres tontas deseando lo que ella tenía, lo único que importaba era Julia  y su beso, Julia y su forma de mirarla.

- Cena.

- ¿O?

- No me contendré más.

Este breve intercambio, horas más tarde, sería tema de debate con sus tres amigas mosqueteras.

- Es mega Grey tú Julia- sería la apreciación de Manu- Cena o te ceno a ti delante de todos, jajaja.

- Siempre mandando y ordenando la tipa- fue la de Fátima- no puedes ceder en todo, Min.

- Es tan excitante, seguro que te besó a lo loco, agh- obvio, esta fue la de Marga- pero a lo importante, ¿tiene sombras como Grey?

- Uhm....y hasta contrato- así cerraría la cadena Minerva.

- ¿Que?

Provocando un que histriónico de sus tres amigas.



2 comentarios:

  1. adorooooooooooooooooooooooooo

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  2. ........ Con sed absoluta de leer todo aquello que escribes Escritora....estoy poniéndome al día....por eso ahora y para poder llegar a todas...te digo.

    GRACIAS...........

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