Me
da la risa, porque el momentazo es para descojonarse de la risa y no
poder atender las instrucciones del señor Guardia Civil. ¡¡Viva
España!!
Todo
ha sido de lo más comedia italiana. Dona mechas californianas o
conductora del todo terreno más cargado de arte de la historia,
volvió a vacilarme- Motera, creí que tu lo tendrías más fácil-
Que le ha cogido gusto la niña, y me esta despertando el bebecito
mimoson. Ese que gusta de robar otro tipo de besos, pasa que estoy
pegada a su coche, que tengo las tetas de la carita dulce a un
centímetro de mi boca y que "sombreritos" pasa de mi boca
y de los pechos de su amiga, porque ningún caso nos hace.
¿Que
como he llegado a esta situación? Facilito. Mechas californianas me
dio conversación y una que gusta de hablar con niñas simpáticas,
me puse y le explique que con una moto, tipo naques, con el arcén
ocupado por una grúa y los coches cerrándome el paso, milagros no
puedo hacer, ni mi moto se puede convertir en avioneta de repente.
No
me miro naita y si lo hizo, no pude yo verla. Que mala es mi
sombreritos. Con el tráfico detenido, todas me hablaron menos ella.
Ella sólo móvil, suspirar y picotear con sus dedos el apoya brazos.
Pero de mirarme naita y mira que yo lo di todo y fui simpática como
la que mas.
Por
eso, supongo, cuando el tráfico empezó a rodar lentito y al poco
paramos, mechas californianas me llamó y tuve que mover mi moto en
sentido contrario para acercarme nuevamente a ellas.
-
¿Ya me echabais de menos?
Jejeje,
se rieron. Todas menos una, y no hace falta decir quien fue. Ella
sólo negó con la cabeza y como no, volvió a su móvil.
-
Toñi, tiene super prisa. ¿Has visto como esta la cosa ahí delante?
Me
preguntó "mechas" y supe quien era Toñi al señalarla y
ésta sonrió. Toňi es la rubia carita dulce y dueña de las dos
tetas que cada vez tengo más cerca de mi boca.
-
Para mi, ya se esta clareando. Pero hay dos coches atravesados y
están los pikoketos, os queda un rato.
-
Joder, mi madre me mata.
Resultó
que la madre de Toñi, dueña de las tetazas que amenazan con comerme
la boca, tiene un restaurante-hotel y las niñas, iban a alojarse en
el. Pero, Toñi debía llegar a tiempo para echarle una mano en la
cocina, para las comidas del medio día.
Sin
rumbo como yo estaba y con la prisa que ella llevaba, me ofrecí a
llevarla sin más. Pero la niña no había montado en moto nunca
antes y además, aseguraba tenerle miedo.
-
Ains, si quedan apenas veinte kilómetros.
Mechas
fue la primera en animarla y lo agradecí, porque un Guardia Civil
caminaba entre los coches y me dio en la nariz, que venía para mi.
-
Es sólo una moto, vamos ya.
La
sargento prosiguió con los ánimos y yo empecé a repasar
mentalmente la documentación de la moto, porque el guardia venía
directito a mi. Itv pasada, si; seguro en vigor, si; permiso de
conducir, si y hasta ahí, llegó mi repaso, porque la niña más
malaje que puede haber, paso un segundo de su móvil para tocarme lo
que ni tengo ni en consecuencia me cuelga.
-
¿Noto cierto miedo?
Jajajaja,
guasa tiene "sombreritos" y lo peor es que no pude
contestarle. El Guardia llegó hasta mi y por la cara que traía,
estaba muy quemado.
-
¿Todo bien?
Me
preguntó intentando sonar amable, pero Chacho, me da que el chaval
iba no quemado sino quemadisimo.
-
Si, sólo es...pues...es...
¿Que
podía decirle? Mire, esta todo bien, sólo que he conocido a estas
cuatro niñas y de las cuatro, hay una que me llama mucho de
muchísimo la atención. ¿Pues no ves que no?
-
Si no tiene ningún problema, mejor inicie la marcha.
Creo
que algo similar dijo el Guardia, pasa que cuando el hablo, yo estaba
prendadita de una sonrisa, roba almas. La de sombreritos mofándose.
-
Si, se sube la niña y me marcho.
Nada
malo dije, nadita de malo había en tan sólo ocho palabras. Pero no
pareció verlo así, Lucia. Mi sombreritos. Porque su sonrisa se
esfumó y como no, volvió a su móvil.
Toñi
al fin se decidió, nerviosa bajo del coche, nerviosa llego a mi
moto, nerviosa se me presentó y muy nerviosa se subió a la moto.
Tanto,
que cuando quise bajarme para cogerle el casco, se pego a mi como una
lapa y no me dejaba moverme. Pero el guardia, ahí seguía.
-
¿Pueden aligerar?
Y
este es el motivo por el que los pechos de Toñi, están rozando mi
boca. Si me bajo es capaz de tirar la moto y tampoco es que me deje
moverme, con lo cual, sólo me quedo girarme y a tientas buscar el
casco.
Juro
que ninguna mala fe hubo en mis movimientos, que a Toni, carita
dulce, no le estoy mirando los pechos con ninguna intención y que
Lucía, es una malaje de mucho cuidado, porque aún no haciéndome
caso, me está fulminando con la mirada.
“Mala
eres conmigo, niña”
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