Wilson S.L. 83

Hora de cierre del Satanás y como muchas noches hicieron, Martha y Estefa cierran la puerta, del que fue el Club más importante de la Comarca. Martha lo hace despreocupada, pero Estefa no puede evitar tomar ciertas precauciones. Montero se ha mostrado caballero y cierto es, que gusta de pavonearse ante todo lo que fue Wilson, orgulloso de la humillación sufrida. Un imperio destronado y cosas de las familias dedicadas a ese tipo de negocio, tras la humillación sufrida guardan silencio.

Silencio, que Maca noches atrás le explicó.

M: No intentaré nada contra Montero, primero porque respeto a Anna y nuestro trato, segundo porque sólo lo haría si pensase en retomar el negocio, cosa que no ocurrirá y tercero, porque Montero es "hijo de" como yo. Sabe que si ahora me reta o intenta algo contra mi o Wilson, tirare de la manta y me los llevaré puestos a todos, y cuando digo todos, me refiero a Comisarios, aduanas, políticos y por supuesto a cualquier familia implicada.

Para Estefa esos pactos y amenazas veladas, le son ajenos. No entiende mas que del odio y ganas de Montero por todo lo Wilson. ¿Todo finaliza así? ¿Te quedas lo mío, yo cedo, me temes por lo que se y puedo hacer, y ya?

Mr: ¿Piensas en que jardín me harás colar?

Martha y su sonrisa le hacen regresar a las puertas del Satanás y suspirar un pelín desesperada.

Mr: ¿Qué ocurre?- sentido el suspiro, termina de echar la llave y se cuelga de los hombros de Estefa, para comenzar a caminar. Estefa es cristalina, tantas veces escucho a Maca decir lo mismo de Estefa y cuanta razón debe darle ahora, que la conoce mas.

Es: Me es extraño. Nos reunimos aquí, hacemos planes de futuro, es todo como demasiado feliz, para lo que hemos sido y sufrido.

Mr: Esto no es Colombia. Puedes esconder cadáveres de secundarios, los principales no se tocan, o los mismos que ahora te despejan zonas de policía, se te echarán encima queriendo la medalla. El final en otro tipo de país, hubiese sido muy diferente- termina de decir Martha, pero no halla en el rostro de Estefa, ningún alivio- Que sigas creyendo que pudiste hacer más aquella noche, no quiere decir que la situación cambie y ahora puedas hacerlo. Montero y Maca se conocen desde pequeños, lo mismo sus familias, respetaran el pacto de no agresión. Todo terminó, no hay más.

Es: Bien, pues habré protagonizado la estancia en la mafia más corta de la historia- improvisa Estefa queriendo restarle seriedad al momento. Pero lo que consigue es que Martha deje de caminar abrazándola para hacerlo a un par de pasos de ella- sólo bromeaba.

Mr: Pues no le veo el chiste. Menos sabiendo que pensé siempre al respecto de que participaras en ello. Deberías estar contenta, llevas una horrorosa cicatriz gracias a ellos y podría haber sido mucho peor- soltada la primera queja, Martha se ve incapaz de parar y prosigue acelerada, como lo son sus pasos.

Es: Martha, yo solo

Mr: Tú sólo, te comportas a veces como si únicamente importases tú y tú ganas de aventuras quinceañeras- interrumpe Martha dejándose llevar por el cabreo que la broma no entendida de Estefa provoca en ella. Fueron muchos días velando su recuperación, sin poder asistir a un hospital, para que ella bromee sin mas sobre el asunto.

Es: ¿Quinceañera?

Mr: Eso dije y es como muchas veces te comportas.

Se iguala el enfado entre ambas y ambas se miran paradas en mitad de la calle. Estefa lo hace ofendida por las palabras de Martha, y Martha prosigue su cabreo inicial. Aún no puede explicarse como llegó Estefa a Wilson.

Mr: Mejor lo dejamos por hoy. Quiero descansar.

Es: ¿De mi?

Mr: Pues mira, puede ser que si. Me voy a casa.

Es: Genial y puedes estar tranquila. No pienso buscarte mañana.

El cabreo cumple con su misión y ambas inician cambios contrarios, Pero sus modos son los mismos. Ambas esperan que la otra cambie su sentido de avance y una tonta palabra las saque del enfado. Pero ninguna lo hace y permiten el cabreo gane y ambas lleguen a sus respectivas casas, solas.

Como sola esta Macarena, sentada en el columpio que representa todo lo que fue Wilson y su vida. Columpio receptor de todos sus odios. Odio a la falta de cariño con la que fue criada, odio a lo que después fue su vida y odio a la falta de valentía que antes tuvo.

Es hora de acabar con él y sin importar las altas horas, lo hace.

Tiempo más tarde, sudada y cansada, se sienta ahora en el suelo libre de columpio y mirando su habitación, coge el móvil, necesitando escuchar sólo una voz, la de Anna.