Wilson S.L. 56

Nada mas regreso a casa, agradeció la imaginaria a Faus y sin desvestirse, tras comprobar que Anna dormía, se sentó en la cama de  su hija. La niña duerme, ajena a todo, mientras ella la mira, acariciándole las piernas.

Por mas que pensaba, no tenia mas opciones que Colombia, la posibilidad de otro país se desvanecía por falta de seguridad. Todo estaba perfectamente orquestado en su mente y solo había dos puntos negros. Anna y Roberto.

La primera no querría abandonar las bodegas, por mucho que Estefa se quedara al mano y mucho menos irse a Colombia y Roberto no estaba preparado para asumir Wilson. Estaba nublado por el beneficio de la sociedad, pero nunca ha ejercido la parte fea de la misma.

Pero Roberto disponía de otra opción, no aceptarlo y que la parte que mantenía todo el entramado Wilson, tuviera final. Si la elegía, la tendría para asegurar su seguridad, pero si la aceptaba seria sin ella. Diferente es Anna, ella no puede elegir; o la acompaña voluntariamente, o tendrá que ser de otra forma.

Medio gramo de coca y los pequeños detalles que quedan los organizaría en un segundo, maldita adicción. Pasan los días limpia y continua ahí, asediando la muralla. Deseando una leve grieta, para cargarse metros y metros de piedra y barro.

La marea de pensamientos y las ganas de coca, le hacen suspirar y moverse en la pequeña cama, provocando que la niña sienta su presencia.

Ar: ¿Mami?- pregunta medio dormida y sonríe cuando el pelo de su madre le hace cosquillas en el rostro.

M: Sush, es de noche aun- susurra tumbándose a su espalda y se estremece a sentir el cuerpecito de su hija pegándose a ella.

Ar: ¿No tengo que ir?

M: No, solo debes hacerlo cuando sientas miedo y no estemos ni mama ni yo.

Ar: No lo he dicho a nadie.

M: Y no debes, solo lo sabemos tu y yo. Es nuestro secreto.

Ar: ¿Llevaste juguetes?

M: Si y una muñeca

Ar: Mami, no me gustan las muñecas y si tengo que pasar allí días encerrada, no quiero tener una muñeca.

M: Jajaja, vale. Sacare la muñeca.

Ar: No me gustan las muñecas.

M: Ya

Ar: El scalextric, si.

M: Que siiii, ahora duerme. Mami hará que nunca debas ir.

Dos o tres palabras mas intercambiadas entre ellas, y la niña vuelve a dormirse y ella, presa del cansancio hace lo propio abrazada a su hija.

 
Pero las noches de luna llena, tienden a ser largas, la luna es así de caprichosa y gusta de jugar con las horas y de retar a su amor imposible. Y para Martha y Estefa, la noche continúa.

El lugar elegido por Martha, había sido una pequeña ladera, que se elevaba mínimamente. Lo justo, para quedar más cerca del estrellado cielo y tener una mejor visión de la clara noche.

Era un prado, no había árboles ni casas que imposibilitaran la hermosas vistas.

Cogieron una pequeña manta, el prado a esas horas estaba hermosamente mojado por el rocío y en ella se sentaron, dispuestas a degustar el vino y la bolsita de nubes de azúcar.

El rocío, la madrugada, las vistas y sobre todo la compañía, propiciaron que Martha tras un rato ahí sentadas, buscará refugio para el frío que comenzaba a sentir, entre las piernas de Estefa. Y lo hizo con total confianza y naturalidad. Un acto completamente espontáneo que hizo a Estefa subir las cejas mientras abría las piernas formandole un cómodo sofá improvisado.

Rodearla con los brazos o quedarse en una postura cómica. Esa fue su duda durante unos segundos, pero no fue ella quien resolvió la tesitura, lo hizo la misma que la obligaba a ser sillón, Martha.

Apoyando su espalda en su torso cogió su brazo cerrándolo en su cintura y suspiro cerrando los ojos.
" Cuando tú te quedes muda, cuando yo me quede ciego, nos quedarán las manos y el silencio" escribió Eloy Blanco.

Abrazadas en silencio y con la vista puesta en la luna, así permanecen largo rato. Las palabras no brotan porque no son necesarias.

Dicen que la boca calla cuando aparece la evidencia y más, cuando el cuerpo se basta sólo para expresar aquello que siente.

Su brazo no se cierne sobre Martha inerte o incómodo, lo hace como quien abraza a un niño, fuerte y seguro. Y sus ojos no se cansan de admirar el perfil que tan cerca tiene, pero si lo hace el resto de su cuerpo y tras unos instantes apoya la barbilla en la cabeza de Martha.

Mr: Desconozco, si dentro de mi aún queda algo bonito o inocente, para ofrecer.

Hasta que Martha tras un hondo suspiro, rompe el silencio sin romper la postura que las mantiene unidas. Y Estefa suspira por igual, dudando  si intervenir o sólo escucharla.

Mr: Hay días que me levanto de la cama por pura inercia, sin ninguna ilusión o sin ninguna causa. He estado en terapia muchísimo tiempo y lo dejé, porque el doctor como única salida vio que necesitaba crear esa ilusión. Un proyecto, un hijo...aunque en este caso sería lo mismo. Te imaginas? Tener un hijo por puro egoísmo. Cariño, a tu madre la dejaron echa mierda, y te ha concebido a ti, para compartirla y que pese menos....a estas alturas ya habrás escuchado sobre mi o por lo menos te acercaras a lo que fue mi vida.

Es: Colombia- susurra tras un carraspeo nervioso y se maldice así misma por las ganas de llorar que comienza a sentir. Sea como sea necesario, no piensa hacerlo delante de Martha, lo último que quiere es compadecerla y que ella lo aprecie así.

Mr: Colombia. Me fui con veinte años acompañando a Daniel. Llevábamos juntos desde los quince años y en teoría nos marchábamos allí por trabajo. Entendiendo por trabajo cualquier actividad legal.

Es: Como estar sentadas en un prado de madrugada- suelta intentando relajar la situación pero al momento desconfía de su hazaña y se retira lo justo, para poder apreciar la reacción de Martha. Y esta, se limita a sonreír y subir las manos en busca del cuello de Estefa- Lo siento- vuelve a susurrar, la voz no le sale del cuerpo. Sabe lo que viene y si dolió contado por otra persona, escucharlo de su propia voz puede ser mortal. Pero las caricias que Martha deja en su nuca, parecen mecerla y con ello se serena. además, Martha mueve las piernas graciosamente, dándole un toque menos dramático. ¿Esa mujer sólo piensa en su bienestar siendo ella la jodida?

Mr: No tarde mucho en darme cuenta que no era ningún trabajo legal. El dinero entraba en casa de una forma vertiginosa y los planes de Dani se transformaban en la misma forma. ¿Has querido tanto a alguien que el único sueño que tengas sea estar veinticuatro horas al día de los trescientos sesenta y cinco días que tiene un año junto a él?- pregunta sin querer respuesta, es tanta la comodidad que siente que sólo quiere hablar y ser escuchada- Así lo quiero o quise. No necesitaba de más, pasábamos días sin ver o relacionarnos con nadie y nunca nos aburríamos. Siempre teníamos algo que hacer, algo que decirnos, algo que compartir...pero Montoya cada vez lo usaba más y mas

Es: Se hizo con su confianza

Mr: Ujum....pero los planes de Dani continuaban intactos.

Es: Estar contigo trescientos sesenta y cinco días al año- dice sin poder callarse, "cualquiera soñaría algo así teniéndote a ti",es lo que en verdad piensa y siente. Cuando Martha se gira buscando sus ojos, estos tampoco callan y Martha suspira retomando de nuevo la postura de frente.

Mr: Odio que sepas moverte tan sumamente bien en Wilson- confiesa olvidándose de lo anterior y sus dedos se entretienen ahora colándose por el cogote de Estefa.

Es: Sólo me ocupare de la parte de Maca y Anna. Y Maca ha dado órdenes a Risto para que las bodegas, ganadería y los concesionarios se mantengan por sus propios medios sin necesidad de
Wilson. Ari los heredará completamente saneados.

Mr: No es más que un sueño.

Es: Que puede hacerse realidad

Mr: Roberto no gusta y no impone respeto. Continuarán recurriendo a Maca y todo, pasando por alto a su padre. Que algo hará no te quepa duda es un ser despreciable y como tal actuará.

Es: Uhm- suspira ante lo dicho por Martha, vienen tiempos difíciles y cierra el abrazo un poco más. Regresando el cómodo silencio entre ambas.

"Y cuando todo se acabe, por siempre en el universo, será un silencio de amor, el silencio"

Mr: Me dormiría así

Es: Hagámoslo

Mr: ¿Aquí?

Es: Si

Minutos más tarde, ambas continúan contemplando la noche, sólo que ahora están tumbadas y abrazadas de frente.

El silencio continúa por igual envolviéndolas,  las manos atraviesan barreras textiles para llegar a la piel de la otra y cuando la hallan y encuentran suavidad y calor, se estremecen cerrando los ojos justo, cuando el alba los abre.

Y en la misma postura que ellas duermen, encuentra Anna a Maca y su hija, apenas unas horas más tarde.