Wilson S.L. 55

Maquillada suavemente, el ataque de llanto había dejado huellas en sus ojos y solo podía evitar que fueran notorios, camuflandolos con un buen anti ojeras y una capa de maquillaje.

No acudía al Satanás a trabajar, por eso no se vistió con traje y si en bambas, jeans y camiseta. Ni siquiera cogió un bolso. ¿Para que?

Solo quería dar normalidad, a pesar de todo, volver a actuar con normalidad delante de Martha y si hasta ahora, le había acompañado en todos los cierres este no iba a ser diferente.

Pero eso no significa, que llegue a las puertas del local, con total calma. Sus manos sudan ligeramente por los nervios y su rostro se acalora sin remedio, cuando la puerta se entre abre y uno de los chicos sale de dentro y ella, puede ver al fondo a Martha tras la barra.

Maldita sea, su solo figura hace estragos en ella, día a día, minuto a minuto, su atractivo para crecer y crecer para sus ojos. Pero no puede quedarse ahí parada contemplándola, menos cuando uno de los muchachos de Maca, la mira esperando ordenes.

Es: ¿Solo queda Martha?

- Si, Toncho dejo a Angel con Miriam.

Es: Bien, entonces puedes irte.

- ¿Martha?

Es: Yo me ocupo, tira a divertirte, aun es temprano.

- Si, en días nos vamos a Galicia, hay que aprovechar.

Es: Jajaja, claro.

Ríe con el muchacho y continúan hablando poco tiempo mas, evitando así tener que entrar al local y encontrarse de cara con Martha. Curiosos nervios, que te hacen desear una cosa con locura y temerla por igual.

Y dentro del local, Martha no teme ni esta nerviosa, lo que esta es muy sonriente. Verla en la puerta ha sido como un subidon de energía y ahora que la espiá disimuladamente, reconoce estar feliz, al verla como cada noche ahí.

Por eso y sin dejar de sonreír, rebusca en una de las cámaras de refrigeración y con cuidado y esmero, extrae una botella de vino, guardada por ella hace apenas dos días. Contenta por la hazaña y vigilando que Estefa no entre, la guarda ahora en su bolso y revisa que un paquetito comprado esa misma tarde, continúe ahí.

Mecánicamente ahora, cierra las ultimas luces y revisa el cierre de la caja, mientras se cuelga el bolso. Pero un gesto de todos los realizados por ella en esos movimientos rutinarios, la hace fruncir el ceño y sonreír negando con la cabeza.

El gesto no es mas, que haber buscado su lápiz labial y repasar con él sus gruesos labios. Acción que repite muchísimas veces a lo largo del día, pero nunca, cuando se marcha a casa y ésta, esta a tan solo unos metros.

Aun mirándose en el espejo de las estanterías, se guiña un ojo y toma aire, ser feliz no debe ser cosa de minutos o actos. Debería durar mas. Y una noche, de blanca luna, con un buen vino y una mejor compañía, dan para soñar justamente eso. Que la vida son ratitos y que cada ratito hay que saborearlo, porque en él van, muchos minutos de felicidad.

Pero es mujer, se sabe atractiva, coqueta y solo desconoce de ella, el halo de misterio que la envuelve. Por eso demora la salida del local. No hay nada, como mirar unos ojos que se desesperan anhelantes.

Vuelta a fruncir el ceño, Estefa despierta intenciones y acciones, que parecían olvidadas en el tiempo.

Es: ¿Sales ya?

Premio, consigue lo que quiere, un poquito de desesperación, pero falta algo
mas.

Es: Eh....¿no vas a casa?

Segundo premio, y como le gusta este premio. Estefa pegada a la puerta la mira como si en verdad hubiesen quedado a compartir una velada. Uhm, las mujeres se fijan en los detalles y Estefa lo hizo en su rostro retocado por el maquillaje.

Mr: ¿Llevo la apariencia?

Tercer premio, oh si, debería haber comprado un cupón al pobre vendedor que acude cada noche al local. Estefa se sonroja y provoca que ella agarre el bolso con sus dos manos. La sonrojez de Estefa, se esta convirtiendo en un mito. Que ganas de comenzar a caminar, alargar la zancada, llegar hasta ella y coger esa dulce cara sonrojada entre sus manos.

Es: Jejeje, yo te llevaría al mismo Lhardy en chándal y deportivas

Cuarto premio y para que negarlo, se muere porque la lógica continúe y haya un quinto. Estefa la piropea y lo hace a su estilo, soltándolo canalla pero envuelta en una sobrecogedora timidez. Agarrado el rostro con ambas manos, mirarla a los ojos y jugar un poquito con ella. Esas son sus adelantadas ganas.

Mr: Demasiado pijo, pero ¿puedes llevarme a un sitio esta noche?
Quinto premio, es terminar de preguntarle y la sonrisa de Estefa crece y crece. “Jugaría lo justo para llegar a tus labios sin que dejases de mirarme” Sus adelantadisimas e ilusorias ganas, se marchan junto a Estefa.

Es: Elige coche

Mr: Jajaja

No solo sus ganas se marchan con Estefa, ella también lo hace, en un pequeño todo terreno y con una dirección muy clara, un hermoso prado verde.

Es: ¿Al campo?

Mr: Ujum, no siempre tenemos que estar cometiendo delitos.

Es: Jajaja