Wilson S.L. 50

Bullía el Satanás, hora álgida en el local y bullía su alma. Faus la dejo en la misma soledad en que minutos antes la encontrara y cerro la puerta tras de si.

Como un alma que deambula pagando su pena, se levanto de la butaca y cerro esa puerta con llave. Encerrándose en el despacho, evitando así tener que encontrarse con ella. Se sentía incapaz de mirarla ahora a los ojos, ante lo dicho por ella misma rato antes.

No había pena, en ella no había mas cabida que rencor y odio, por quien fuese que le hiciese eso a Martha. Apoyada después en el escritorio y con la cabeza gacha, su cerebro se empeña en unir piezas, como si de un puzle se tratase.

Aquel verano Anna regreso antes de lo previsto a Madrid y lo hizo por una sola causa, Maca. Aun recuerda como su hermana mayor se encerró con su padre en la habitación por horas y como después ante una broma de Valeria, estallo en llanto. No cesaba de repetir, es como ellos, es tan Wilson como ellos. Pronto Valeria y ella supieron la causa, Maca había estado en Colombia por primera vez y había recibido el bautizo Wilson. Alcohol, drogas y putas. La joven que Anna creía diferente se había comportado como ellos, mas tarde y cuando ella misma dejo de ser a los ojos de Anna una cría, supo que en aquel viaje Maca había perdido su virginidad. Veranos esperando que Maca creciera y estuviese preparada para regalarle una primera vez inolvidable, y Maca finalmente perdía su virginidad en manos de otra y justamente en manos de una puta. Patada al ego de Anna, patada al amor de Anna y Anna que no sigue los consejos de su padre y Valeria, y si los propios de odio y rencor; aceptar a Francisco como esposo.

En este punto detiene sus recuerdos....”no solo perdería la virginidad, la inocencia también” ...Una puta..Colombia...”se la trajo” Ahí estaba la clave, aquella puta fue Martha. Por aquellos tiempos estudiaba en el internado, por eso no la conoció, Martha siempre estuvo en ese pueblo.

“Martha es intocable” , recuerda ahora su primera entrada en el Satanás y las palabras de Faus.

Es: Es intocable porque....mierda- no se lo niega mas aunque las ganas por no creerlo son inmensas, Martha fue aquella puta.

El puzle formado y ella no puede mas que retirar con rabia las lagrimas que vuelven a cubrir su rostro, pero entonces levanta la cabeza y sus ojos buscan rápido la imagen de Martha en la barra.

No sonríe, Martha sirve copas y no luce la sonrisa que lucia horas antes, malditos celos de mierda.

Es: No dejes de sonreír- dice en la soledad del despacho y sin dejar de llorar, se aproxima a la cámara- Martha- pronuncia su nombre acongojada y a cámara lenta lleva el dedo índice hacia la cámara, penoso consuelo el de acariciarla así.

Unos milímetros y su dedo tembloroso la acariciara mediante una pantalla de televisión pero ese dedo no llega a tocar la pantalla, Martha se ha girado y mira fijamente la cámara.

Servía copas sin prestar atención a nada o casi nada, porque a las escaleras por la que Estefa debía bajar si. De poco hablar, su maldita tendencia al silencio le habían impedido decirle mas de dos cosas a Estefa y su falta de respeto para con ella. ¿Qué se había creído? ¿pero que podía saber ella?

Le había hecho enfadar como pocas veces, pero la idiota que en esos momentos se sentía, deseaba verla bajar por las escaleras y que se sentase en la barra con ella, como cada noche.

Pero Estefa no bajaba y sin ser consciente de mas, miro a la cámara que enfocaba la barra.

“¿Me ves?”

“Martha”

Dos pares de ojos que miran sin ver, dos corazones que aceleran su ritmo, un dedo que alcanza la pantalla y con ella una mejilla, un cuerpo, el de Martha que se eriza y el tiempo que se detiene.

Estefa no escucha el tic tac, del reloj de la pared y Martha no escucha las peticiones tras la barra. No escuchan, porque vuelcan todos sus sentidos en un objetivo y en una pantalla. Ojos que se miran sin ver, pero que estremecen a cada una por igual.

“Sonríe, Martha.....sonríeme”

“Estas ahí”

Y deseos que se cumplen sin ser pedidos, Martha sonríe antes de retomar sus funciones en el Satanás y Estefa suspira llorando como cuando era niña.

A no muchos kilómetros del Satanás, su dueña se encuentra a un paso de llorar como lo hace Estefa. La habitación solo es iluminada por la tenue luz que entra por el balcón y una suave melodía acompaña las respiraciones agitadas de ambas.

Los ojos de Anna no han dejado de mirarla desde el improvisado baile en el aparcamiento, sus cuerpos no han dejado de estar en contacto desde ese mismo baile y ahora, sentadas en su cama y con las piernas entrelazadas, no puede mas que derretirse con la forma en que Anna la esta amando. ¿Esa forma de mirar es amor?

M: Ahm

Gime en alto y se retuerce de placer, cuando parece que Anna adivina sus dudas y le clava los dedos llenándola por completo. Y ahí los deja unos segundos, los que transcurren en agarrarle el cuello con una mano y hacerla mirarla pegada a su boca.

An: Maca- jadea su nombre pegando sus frentes y vuelve a mover sus dedos dentro de ella, queriendo llenarla como nunca antes. Por igual hace con su boca, no solo la conquista sino que se la bebe, bebiéndose con ella a su propia dueña.

Minutos de caricias, de querer fundirse una en la otra y un beso que se eterniza, hasta que Maca parece levitar y olvidándose que en pocas caricias mas se ira entre sus dedos, se aproxima a su oreja, dispuesta a saciar dudas.

M: ¿Me quieres aunque sea un poco?

An: Maca

M: Contéstame

An: Mucho mas que un poco.

M: Ahm........Anna- la nombra y se escurre entre sus dedos vaciándose en ella.