¿Y tú,
tienes un sueño de Navidad?
Camina por la calle tranquila, alejada del crujir que las
pisadas de sus botas provocan en el suelo cubierto por hojas. Puede que se roce
con alguien en su camino, puede que reciba alguna que otra curiosa mirada, e
incluso puede que sus manos esquiven el frío guareciéndose en los bolsillos de
su guerrera.
Nada nuevo en un día más en ese lugar. Sin prisa continúa
andando, en teoría debería fijarse en los pequeños puestos de vendedores
ambulantes, en estos días más luminosos y ruidosos que de costumbre, pero no lo
hace. Sus manos se hielan, cada vez que un vaso de plástico, una caja de cartón
u otro objeto similar le son expuestos. Por doloroso que sea, no recuerda las
caras de los dueños de esos objetos, ni que le dicen o exponen. Dejada la
moneda, suspira para volver a guardar sus manos, no sin antes asegurar su
cuello del frio recolocando su bufanda. Odia el frío… el físico y más el otro.
Está ahí para comprar ciertos regalos y debería hacerlo
alegre, conmovida por el ambiente, las fechas y el ánimo, per una nueva caja de
cartón colocada en el suelo, la detiene. A duras penas traduce lo que en ella
está escrito y sin pensar en ello, vuelve a sacar sus manos buscando una nueva
moneda en su cartera. Su rostro torna sorpresa, no quedan monedas y si hambre. Revisando
el pequeño billete que guarda en un repliegue, no lo extrae para a continuación
dejar caer la cartera con ese billete en la caja. De nuevo no mira, pero si lo
hacen con ella.
-
¿Para qué quiero la cartera? -
La pregunta del señor, dueño de la caja, le hace detenerse y
ahora sí mirarlo. Es un varón mayor, mayor por cicatrices y difícil vida. Pero
su pregunta no provoca respuesta en ella. Quizás el buen hombre se conforme con
una mínima sonrisa, pero no es así…
-
Bue…puedo llenarla de sueños. ¿No es eso la
Navidad? ¿Soñar? -
Soñar…las preguntas del hombre se le clavan y ahora sí, la sonrisa
corona su boca, iluminándola. Y es ahí,
cuando su mirada se llena de brillo para perderse por ese mercadillo navideño...soñar.
-
¿Y tú…tienes un sueño de Navidad? -
Puede que sí, se contesta así misma mientras su pensamiento
se hace libre para recorrer distancias y perderse en ese día en que….
La suavidad de unos labios conseguía despertarla, pero no
despertarla desemperezándose o sonriendo cándida, no..su sonrisa se tornó
guerrera en cuanto la suavidad de esos labios, colonizaban zonas de su piel,
que le hacían erguirse, pidiendo más. Su prisa en despertar, provocó otra
sonrisa sobre su piel, una llena de vida, caliente y rabiosamente juguetona. Alguna
risita se escapó entre ambas, mientras ella quiso tomar el control.
-
Hey…tú estabas dormida- le dijo la dueña de los
labios que estaban despertándola viva y fiera
-
-
Sabes que duermo con los ojos abiertos- le contesto
dejando que creyese que ganaba en eso de sujetarla contra la cama.
-
Ay Dios…una militar nunca descansa- le
prosiguieron con cierta guasa, lo que le sirvió para revolverse y ahora sí,
girarse sobre el cuerpo culpable de despertarla en todos los sentidos, mirándola
sobre ella, el frio no existía, pese a que el invierno invitaba a quedarse bajo
las sabanas. Del otro frío…ni acordarse.
-
Y mucho menos se deja vencer- le dijo, antes de
precipitarse al placer de degustarla con extrema ansiedad.
Quería suya su sonrisa, su
mirada, sus gemidos, sus rotos, sus quebraos a media voz rendida, dada para sí,
para ambas. Cuando ambas yacieron en sudor, exhaustas de un despertar en casa
fogoso, guarecidas del frio, ausentes de miedos y soledades, y quería su…
-
Por cierto…¿ya puedo desearte Feliz Navidad? -
Daba igual que fuese uno de diciembre que veinte, para ella diciembre
entero era Navidad. Y Navidad era familia, cariño a raudales, noches
inacabables envolviendo regalos, decoración, villancicos…en definitiva una apasionada de la Navidad, una superviviente
de heridas, de perdidas, de lo que pudiese enturbiar esas fechas tan
significativas, ella podía con todo eso esos días, ella…era Navidad. Su
Navidad.
A kilómetros de su hogar y de ella, sin esperanzas de verla
vivir esta nueva Navidad y aun cerca del hombre que le había hecho pararse y
por primera vez, admirar ese mercado navideño de un país ajeno, buscó su móvil sin
importarle ahora, el frío en sus manos para escribir:
-
¿Puedo felicitarte la Navidad? -
Tras escribirlo y móvil en mano, se giró hacia el hombre
para resolver su pregunta inicial…
-
¿Quién no tiene un sueño en Navidad? -
El suyo era poder recorrer distancias en ese mismo momento,
regresar a casa, dejarse abrazar y arrastrar en ese abrazo el horror vivido,
los días echándola de menos, el miedo vivido, los días de infortunio, la
incertidumbre y su baile constante con la muerte, solo para escucharla decir
entre sus brazos….
FELIZ NAVIDAD
Y en Navidad, hay sueño que se cumplen, esa noche al
regresar al frio acuartelamiento una carta llena de calor la esperaba…
“Sabes que adoro a mis padres, hermanos y amigos como para
fugarme en Navidad, pero también sabes que para mí no hay Navidad sin besarte
bajo un muérdago, una escalera, o un país helado como en el que estas…dada la
situación de inseguridad ahí sé que no me dejaras quedarme a dormir, pero
espero que me dejes abrazarte y desearte …”