martes, 6 de agosto de 2013

Mi cincuenta cláusulas 24


Primera vez que Minerva estaba a punto de hacer lo que nunca antes. Dejarse llevar bajo el agua por una sola voz.
- Mi sabroso fruto caribeño.
Retuvo el gemido que escapaba creyendo en libertad de su garganta. Sus dedos se hincaron en sus muslos y su pecho comenzó a oscilar en busca de oxígeno. No pudo ni contestar y si pudo, dejarse llevar por la voz que proseguía, disfrutando de la silenciosa respuesta de Minerva.
- Tengo guardado el sabor de tu aroma, Minerva. Y no veo la hora de volver a probarlo.
Silencio de ambas, una agudizando el oído para recrearse en la excitante respiración de Minerva, la otra tratando de no gemir, por unas nerviosas caricias y una voz, la de Julia.
- Esto es una locura, Julia
- Divina locura
- No te conozco de nada es...es
- No nos hace falta. Sal del baño y ve a tu habitación.
- Dios....- duda Minerva y no puede ni plantearse como esa mujer sabe donde se encuentra. La locura de la que ella misma habla se apodera de todo su ser, y obedecer a Julia, comienza a ser ley- Si, espera
- Lo hago, impaciente.
Alejando el móvil de su boca, Minerva expulsa todo el aire contenido en sus pulmones. Divina locura lo llama Julia y es tan jodidamente cierto, que Minerva deja de pensar y simplemente se deja llevar.
Con el deseo acaparando cada átomo de su piel, Minerva se incorpora y cubre su desnudez con una pequeña toalla, pero entonces recuerda que María, la mujer que le ayuda en casa, aún está ahí mismo, preparando la cena.
- Dios, olvidé que María...ella es...es la chica que me hace las cosas en casa, esta aquí y...bueno- Minerva se explicaba conforme pensaba, aún metida en la bañera aunque en pie, no creyéndose sentir el calor que sentía, tener a Julia al teléfono y a María a sólo unos metros. La voz de julia, le hizo callar.
- Te dije que yo me ocupo de los pequeños detalles. Sólo ve a tu habitación, Minerva.
- Mandona
- Contestona- pausa de Julia, que a Minerva le sirve para mojarse los labios, encantada de provocar a esa mujer. Su voz sonaba tan sumamente mandona, tan acostumbrada a mandar y ser obedecida que unos segundos de victoria le sabían a gloria. Hasta que Julia, prosiguiendo le devolvía a la realidad- No somos tan desconocidas como crees. A ti te gusta contestarme.
- Y a ti, dirigirme.
- Uhm, no usaría esa palabra en concreto. Ven.
- ¿Ven?- el gallo salió de la garganta de Minerva sin poder evitarlo. ¿Cómo que ven? Le había dicho a la habitación y ahora le decía ven de venir y si era ven de venir, ¿era que Julia estaba allí?
- El tiempo Minerva siempre va en mi contra. Abre la puerta, ¿si?
- No...no...no me puedo creer que estés aquí...¡Es mi casa!
- Quiero verte
- Mi casa no es un pequeño detalle, Julia.
Vertiginoso corrió su cerebro en busca de ganarle segundos al tiempo, que según Julia, corría en su contra. Si Julia estaba allí en su habitación, no iba a salir con el cabello desordenado, con la rojez propia del agua caliente tintando su piel y por supuesto, sin maquillar. ¡Antes muerta que sencilla¡.
- Aprenderás a evitarme estas pérdidas de tiempo. Sal y habla con María, la tengo aquí mismo.
¿El que? Lanzado histérico por Minerva no necesito de aparato emisor, repetidor y receptor. Julia la escucho perfectamente sin necesidad de móvil. Sonriente Julia colgó la llamada y en menos de un minuto, la puerta situada a su espalda se abrió.
"Cabrona" fue el primer pensamiento de Minerva al abrir la puerta que comunicaba su baño con su habitación. En esta última no había ni rastro de María y si, la deseada espalda de Julia. Se callo el exabrupto y disfruto de unos instantes de esa espalda. La camisa ajustada de color azul clarito, la delineaba a la perfección. ¿Cuantas horas dedicaba esa mujer a trabajar su cuerpo?
- Me gustas mucho en esta foto- dijo Julia, sin girarse hacia ella. Parecía muy entusiasmada cotilleando el collage de fotos personales, colgado en la pared.
- ¿Y María?- Minerva en cambio, continuaba sin poder creerse que esa mujer estuviese en su habitación, cotilleando sus fotos.
- Esta en la cocina.
- ¿Que hiciste para que te dejará pasar hasta aquí?
- Querer verte. No necesite más.
- ¿Con todo lo que quieres ver actúas igual?
- No, sólo con lo quiero ver y quiero tener- sentencia brutal de Julia, que la hace girándose hacia Minerva. Sus ojos grises recorren el cuerpo de Minerva apenas cubierto por una toalla y se apoya en el escritorio con ambas manos en los bolsillos. Parece más entusiasmada ahora que cuando miraba las fotos- Puede que te haya mentido un poco. No sólo quería verte, necesitaba hacerlo.
- Julia- súplica de Minerva. Esa mujer no parece tener limites a la hora de hacerla subir cien mil pies de golpe. El halago recibido, la sonroja y estimula a la vez.
- Hacemos una cosa, Minerva. Vas a la cocina, le dices a María que no la necesitas más, por lo menos no en una hora, regresas aquí y me dejas hacer lo que muero por hacer desde que me tuve que despedir de ti en Girona.
- Que no es, invitarme al postre.
- No, no se trata de un postre.
- Ni de una fruta
- No, no se trata de una fruta.
- Entonces es
Jugar con esa mujer a Minerva le provoca que, Instalada cómodamente a cien mil pies, su cuerpo quiera subir más y más. Aunque, cuando Julia deja su cómodo apoyo, para caminar hacia ella, aun con sus manos en los bolsillos, la aceleran sin remedio. En dos pasos más, estará como en el baño de Girona. Acorralada por sus brazos. La calor sentida en el baño regresa de golpe, su especial y sensual aroma comienza apoderarse de su razón, y Minerva sólo puede apoyarse en la puerta del baño, queriendo que algo la sujete.
- Es muchas cosas y muy poco tiempo. ¿Serás niña buena?- Julia aprovecha la puerta del baño cerrada tras ella, para no permitirle a Minerva ninguna huida. Sin necesidad de apoyarse en ella, su pierna se cuela entra las de Minerva y con el dedo gordo, acaricia la dulce mejilla de quien la mira medio intimidada, medio excitada.
- ¿Cuánto quieres que lo sea?
- Lo irás sabiendo a su debido momento.
- Nunca me contestas
- Porque eres tú, la contestona.
La caricia de Julia, no cesa. Como tampoco cesa su mirada penetrante. Minerva llega a perder el hilo de la conversación, sólo quiere y desea, que el cuerpo de Julia termine por pegarse al suyo. Con timidez pero decidida, agarra la camisa de Julia, atrayéndola hacia ella. Sus ojos gritan la necesidad de un beso, su boca entreabriéndose también y la aceleración de su pulso, culmina la velada petición.
- Si te beso ahora, no podré detenerme Minerva.



2 comentarios:

  1. Ufffff niña.puro erotismo..pura sensualidad..
    Nadie..nadie podria resistirse a esa mujer..Julia
    Es de lo mas sexy que vi nunca..Nervios de acero..provocativa..dominadora..y jugando como quiere con la paralizada Minerva....ufffff
    Niña...me encanta este relato...me encanta...

    Crack tu Gemo...Divina-Wilson

    ResponderEliminar
  2. madre mia madre miiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaa CHILLO eh???
    qué de todo SE SIENTE

    graciassss ARTISSTAZA

    ResponderEliminar